Crónica 67,
Bali y Lombok (Indonesia) - La corona de fuego
Ruta : Ruta de los Imperios | País : Bali
La última frontera terrestre asiática cerrada a cal y canto está a nuestros pies, no existe el Telón de Bambú desde los treinta y tres mil pies de altura a los que nos hallamos. Tan solo vislumbramos junglas de vida, una costa finamente recortada por las olas, serpientes de agua con las colas en las altas cumbres y fauces abiertas al océano. Es una inmensa tierra sin fronteras, nada haría sospechar que el hombre ha trazado líneas infranqueables y se enfrenta en insensatas guerras. Desde el imperio de las nubes, el planeta parece un paraíso ... pero afortunadamente muchas veces sí que lo es, a pesar del lado oscuro del ser humano.
El Boeing 737 se posa suavemente en la pista de Singapur tras avanzar tres horas en suspensión entre la tierra y el cielo. Marián casi no pasa el control de pasaporte singapureño, el agente de inmigración se niega a estampar el sello de entrada en la última hoja del pasaporte porque no pone en su parte superior "Visados/Visas", como tienen las demás páginas dedicadas a ese fin. Es cierto que la página 32 del pasaporte español es una página residual pero cuando sólo queda esa hoja sin sellos ... nunca nos habían puesto ninguna pega en usarla, de hecho yo la tengo usada por otro visado ya utilizado. Pero Singapur es Singapur y nada se puede salir del pasillo de las normas. Pero no hay nada que discutir, tienen razón así que escudriñamos a fondo el pasaporte de Marián (sin desgrapar la página "protegida" para los visados de Indonesia y Australia) y finalmente aparece un huequito, el funcionario hace un esfuerzo de buena voluntad y con un malabarismo de manos logra estampar el sello.
ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE
Irstel y Miguel nos esperan en su casa. El nuevo "cuartel general" de la Ruta de los Imperios se ubica temporalmente en su hogar. Desde ahí analizamos todas las posibilidades para embarcar nuestro Mitsubishi Montero a Australia y ... preparamos una visita realmente especial: Vicente Bellés y Arlette. Singapur fue incorporado a la expedición en Pakistán e iba a ser una etapa insignificante para la Ruta de los Imperios: tan solo un puerto para desembarcar nuestra montura en la tercera fase de la expedición: el sudeste asiático. Pero esa escala se convirtió en una puerta giratoria y se transformó en el portal de entrada y de salida. Aquí nos reencontramos con Béatrice tras 8 años sin vernos, conocimos a Irstel y Miguel por un galimatías del destino (siendo el primer encuentro con alguien que nos ha conocido por la web mientras viajaba y luego nos encuentra en ruta, crónica 55) y finalmente será también en Singapur donde se produzca otro evento: la primera vez que un acompañante virtual de la expedición que no conocemos en persona se desplaza desde España para convertirse en acompañante real de la ruta.
Vicente Bellés es un veterano de la ruta que a través de su ordenador viaja con nosotros desde el principio, una persona de gran vitalidad y un entusiasmo desbordante. Viajero experimentado, es un "todo terreno" que ha recorrido medio mundo acompañando casi todos los eventos y aventuras relacionadas con el mundo del motor. Desde que nos escribió sus primeras líneas a finales del año 99, su constante comunicación con la ruta ha estado llena de anécdotas, consejos, apoyo y cariño, mucho cariño.
Intentó reunirse con nosotros en Pakistán pero al coincidir las fechas con el embarque del Montero a Singapur lo tuvo que cancelar. Lo intentó de nuevo en el sudeste asiático pero la frontera cerrada de Vietnam trastocó ruta y calendario, era muy arriesgado intentar el encuentro, igual volaba a un punto y nosotros estábamos en otro país. Pero a la tercera va la vencida, al tener que usar billetes de avión para ir a Birmania ... teníamos una fecha de llegada fija a Singapur y existía la seguridad de estar por lo menos tres semanas con los preparativos del embarque, no había riesgo en la cita. Mientras nosotros recorríamos Birmania, el preparaba su viaje a la otra punta del mundo.
Cuando Vicente aterrizó en Singapur con su mujer Arlette, se materializó este ansiado cruce de destinos. Fueron varias jornadas las que pasamos juntos recorriendo los lugares emblemáticos de Singapur que no pudimos visitar en diciembre, la Ruta de los Imperios concluyó su recorrido por la Isla del León con su gratísima compañía. Profundizamos en las callejuelas de Arab Street, del Barrio Chino con sus típicas casitas de dos pisos vivienda-comercio, Little India con sus saris y templos y por fin navegamos por la bahía de Singapur, una importante asignatura pendiente.
Su curiosidad por los sabores y olores de esta parte del sudeste asiático quedó saciada en las populares "food court" pero ... pensando en estos nómadas impenitentes que llevan tanto tiempo recorriendo el mundo ... consiguieron que el gusto español también estuviese presente durante su estancia. Vicente y Arlette trajeron un buen cargamento de salchichón y chorizo, aceite de oliva, pimentón, arroz de Calasparra, ... de lo que se dió buena cuenta en una cena genuinamente hispana en la casa de Irstel y Miguel. No faltaron ni los huevos fritos, ni el colesterol, ... ni el turrón, que aunque estuviésemos fuera de fecha es el postre más genuino. ¡Cuánto tiempo sin probar todas esas delicias!
Fueron unos días entrañables y únicos, permitiéndonos romper con la aventura pura y dura, permitiéndonos conocernos mucho mejor y compartir momentos que nunca olvidaremos. Una semana después de su aterrizaje, Vicente y Arlette despegaron de nuevo rumbo a España, llevándose un trozo de nuestro corazón y ... más de 40 kilos de peso repartidos en dos pesadas cajas de libros, mapas, compras y documentación que ya no necesitamos porque pertenecen a la etapa del Sudeste Asiático y así nos permitirá contar con más sitio para la etapa australiana. Sólo un par de libros y planos de Asia han quedado con nosotros, son los que nos ayudarán a profundizar en el país-archipiélago: Indonesia, nuestra etapa inmediata.
EL GRAN SALTO
La tranquilidad de tener hogar en Singapur nos permitió realizar con relajo y comodidad las últimas gestiones del final de nuestra larga estancia en Asia. Mejor dicho, no tuvimos un hogar sino dos; gozamos primero de la acogida de Miguel e Irstel y luego concluimos nuestra estancia con la hospitalidad de nuestra apreciada Béatrice.
Preparamos el salto a Indonesia, mientras el Montero va como un rey en un barco hacia Australia nosotros nos mantendremos activos en las dos islas que hemos elegido: Bali y Lombok. Para recorrer este país-puzzle de infinitas islas ... se necesita un barco pero ... nos negamos a no pisar Indonesia en la Ruta de los Imperios. Será un contacto puntual pero intenso por lo emblemático de esas dos islas.
Encontramos un estupendo billete de avión que hace Singapur-Bali-Perth y que permite estancia en Indonesia. Catai Tours desde España y la agencia indonesia Nuansa se encargarán de la logística terrestre ya que el hecho de llevar dos ordenadores, el teléfono satélite, grabadora de CD Rom, dos equipos de vídeo y dos equipos de fotografía ... como "equipaje de mano" complica mucho el viaje. El no tener autonomía propia quedará subsanado por esos dos grandísimos profesionales de los viajes. Desde Singapur -y esta vez sin prisas- preparamos entre todos esta ruta isleña.
También nuestra montura se benefició de esta parada y tuvo su merecido chequeo médico tras más 7 meses de trote por el sudeste asiático. Seguía en perfecto estado de salud, tan solo le metimos en "quirófano" para hacerle un trasplante y curar definitivamente una antiquísima herida de guerra. En Ladakh, hace ya casi un año, se rajó el depósito de combustible por un desgraciado avatar (crónica 50, Ladakh VI). La lesión fue en el peor lugar, justo en la junta de soldadura de las dos partes del depósito y como eso no le debió parecer suficiente al diablo, lo hizo coincidir con la barra de sujeción del depósito al chasis. La soldadura era extremadamente complicada y regularmente las vibraciones de las pistas volvían a hacer sangrante la úlcera del estómago de nuestra montura.
Nueve veces tuvieron que extraerle el vientre e intentar coser de un modo definitivo su llaga pero todo era inútil, al cabo de cierto tiempo volvía a sangrar gasoil, a veces de un modo preocupante. Tuvimos que pasar a la solución más drástica de todas: el trasplante de órgano. Imposible encontrar un depósito para nuestro Montero porque los vehículos de casi todo el sudeste asiático son con el volante a la derecha (se conduce por la izquierda) así que nos remitieron un nuevo estómago desde Madrid. Llegó a la casa de Miguel e Irstel puntualmente y en el hospital Mitsubishi de Singapur -en cuestión de horas y sin anestesia ni nada- nuestra montura salió feliz y ufana, dispuesta a comerse todas las pistas y carreteras de Australia y América.
También la parada de Singapur nos permitió encontrar un nuevo sistema de transporte marítimo para nuestro Mitsubishi Montero, el llamado popularmente Ro-Ro ("Roll on, Roll off"). Se trata de un gigantesco barco carguero de hasta diez plantas donde todo lo que transporta tiene que rodar sobre ruedas. Eso abarata enormemente el costo al cliente puesto que no hay necesidad de conteiner, ni grúas, ni estibados, ni documentación especial por ir precintado, se trata de un papeleo muy sencillo y rápido, etc. El importe es menos de la mitad de un envío por el carguero clásico de conteiners y es como un ciclópeo ferry ... pero que no admite pasajeros. El riesgo es que hay que dejar la llave (todo lo del interior tiene que ir encadenado y cerrado para evitar robos de algún marinero amigo de lo ajeno) y que al no ir protegido en su "caja" podría darse algún golpe si se suelta uno de los vehículos (o remolques sobre ruedas) o si el buque atraviesa una zona de mar excesivamente bravo. Pagaría el seguro pero ... los inconvenientes siempre son una gran contrariedad para el propietario.
Elegimos la compañía NYK Line, una de las más importantes del mundo y que nos parece ofrecer seguridad en este estreno de medio de transporte. Su precio es también inmejorable, mandar el Mitsubishi Montero desde Singapur a Perth (Australia) costará en total 580 US$ (110.000 pts.) frente a los 1.350 US$ (256.500 pts.) del carguero clásico. Esta vez nuestra montura no viajará encerrada en un triste cajón de metal sino en un gran bodega abierta, rodeado de cientos de vehículos y remolques.
El único inconveniente es que el barco que parte en la fecha que nos interesa no va directamente de Singapur a Perth. La malabar ruta del "Pacific Leader" es dar la vuelta inversa a la gigantesca isla de Australia parando antes en Brisbane, Sydney, Melbourne y Adelaida antes de llegar a Perth (ver mapa). Si bien el trayecto directo Singapur-Perth dura 7 días, con esa ruta tardaría ... ¡22 días! Una eternidad para nosotros pero ... a mal tiempo, buena cara. Con esos días extras podremos visitar Bali y Lombok con mayor tranquilidad. Creíamos que iba a ser un visita relámpago y ahora podremos dedicarlas el tiempo que se merecen esas dos perlas del Índico.
El día señalado para la partida del buque condujimos nuestra montura al puerto, media hora de aduana, veinte minutos de papeleo y ... ¡Nos veremos en Australia, compañero! Nos reuniremos contigo caídos del cielo.
EL HOGAR DE LOS DIOSES
Atisbamos las luces nocturnas de las barcazas pesqueras, las luciérnagas de los océanos balanceándose sobre el oscuro mar nos anuncian la aproximación a tierra firme. Las olas que rompen en la playa casi lamen el tren de aterrizaje de la gran ave que nos deposita en un nuevo país: Indonesia.
A pesar de las alarmantes noticias sobre la derrocación del presidente del archipiélago y sus posibles consecuencias en el país, nuestra decisión ya está tomada y en este preciso instante Indonesia se acaba de convertir en el país que nos va a despedir de nuestro querido y admirado continente asiático.
En Balí todo el mundo está expectante sobre los acontecimientos que se desarrollan en la capital Jakarta (en la gran isla de Java) pero con un aire de distanciamiento como si todo ocurriese en otro país y no les afectara directamente a ellos. El presidente Wahid fue finalmente derrocado en el parlamento pero las fuerzas armadas no acudieron a su llamamiento del toque de queda para mantenerle en el poder, se limitaron a poner orden en la capital porque Jakarta sufría serios disturbios y hasta atentados. Indonesia tiene un nuevo presidente y efectivamente, la vida que se desarrolla a nuestro alrededor no tiene nada que ver con lo que los telediarios reflejan en la televisión sobre la capital. Bajo el mismo cielo, que comparten las 13.677 islas que conforman el rompecabezas marino indonesio, el pulso de la vida late a otro ritmo, al ritmo que marca una conjugación entre el cielo, mar y tierra, que son las que le dan sentido a estos pequeños grandes paraísos.
El turismo campea sin tapujos pero el origen de sus templos tratando de complacer a la tierra y de no enfadar al mar, sigue subsistiendo en el ánima de su gente, fieles a sus principios religiosos y tratándose de adaptar al galope imparable del progreso: tráfico intenso, móviles sonando, cibercafés floreciendo... Pero siempre hay una varita de incienso quemándose lentamente o tiempo para comprar ofrendas en el mercado y dejarlas a los pies de los guardianes de los templos, esas diabólicas figuras petrificadas con terroríficas expresiones que velan por la seguridad de sus loados moradores. Caras de demonios enfurecidos con misiones de ángeles protectores.
Cada familia destina un lugar privilegiado de su vivienda para los dioses consiguiendo que al final haya más templos que hogares. El muro que rodea a la vivienda deja claro el carácter privado que desean poseer y las trabas que desean poner a los espíritus malignos que quieran colarse. Superamos la barrera terrenal y entramos en un hogar tradicional balinés. Por supuesto, el espacio destinado al santuario es primordial, luego ya vendrá la cocina, el almacén y los dormitorios (cada función en una cabaña independientes), pero los dioses tienen que estar contentos y se llevan una gran porción del terreno.
Pero las grandes festividades se realizan en los templos comunes que permiten reunirse a toda la comunidad. La devoción religiosa de los balineses permite que sea fácil encontrarse con celebraciones en muchos de los templos que salpican estratégicamente la isla. Nosotros tenemos la suerte de asistir al "cumpleaños" del templo de Kehen, en Bangli (capital de uno de los muchos reinos que gobernaron la isla).
Aunque el templo es de este siglo nadie le puede rebatir su belleza, especialmente en estos días que ha sido exquisitamente engalanado. La celebración se desarrolla sin estridencias, de forma calmada. Los sacerdotes y músicos son seguidos por una ininterrumpida procesión femenina que, con un equilibrio labrado firmemente a lo largo de los años, sube las empinadas escalinatas transportando sobre sus cabezas enormes pirámides con las ofrendas de frutas, flores, dulces, aves asadas y alimentos.
La trinidad formada por Vishnu, Shiva y Brahma tienen demostrada la absoluta fidelidad del pueblo. La parsimonia de la ceremonia tan solo se ve rota por la salmodia incesante del lector de los libros sagrados hindúes que inunda el recinto, sentado a los pies del gigantesco árbol sagrado, el "banyan". Las mujeres van ataviadas con sus mejores galas: blusa de encajes, sarung (falda larga estilo pareo) y el pelo recogido en un enorme moño bajo de dos piezas. Niños y niñas han sido vestidos con trajes tradicionales e interpretan danzas en honor a los dioses. Los "sacerdotes" arrojan agua bendecida sobre los fieles arrodillados, que reciben al tiempo un puñado de arroz hervido que comen mientras siguen las ofrendas y bendiciones.
El cielo ha permanecido todo el día encapotado y una fina lluvia no consigue restarle importancia a los acontecimientos que la gente vive profundamente emocionada. Sin duda alguna es patente, tras haber vivido el hinduismo durante más de seis meses por la India, que en Bali la interpretación de dicha religión ha adquirido una formas y fondos muy particulares y exclusivos. No debemos olvidar que el animismo es la base que se esconde tras su religión y los espíritus se encuentran por todas partes.
Mientras las mujeres se vuelven con la ofrendas (los dioses cogen la esencia del acto pero la "sustancia" la aprovechan los mortales) los hombres se divierten con una de sus aficiones favoritas y de larga tradición: las peleas de gallos. En un carpa no muy lejana al templo los espectadores vitorean excitados mientras agitan nerviosamente entre sus manos fajos de rupias para apostar por el competidor favorito. Pero la luz ya no es suficiente para que los pobres animales puedan enfrentarse y por hoy la sesión de peleas queda concluida. Para los dueños de los gallos, el animal es tratado con sumo mimo y cuidado, hasta le practican específicos masajes pero el final es inevitable, tan solo uno de los contrincantes puede sobrevivir. El vencido se convertirá en la cena de su amo. Aunque prohibidas fuera de unas fechas señaladas, las peleas de gallos tienen una arraigada y fuerte tradición entre los balineses y es muy fácil encontrar en los mercados, en los patios de las casas o en los banjars (zona común del pueblo donde se reúnen los vecinos) los gallos en sus cestas de mimbre con forma acampanada para ser entrenados o comparados unos con otros.
Pero si Kehen ha sido hoy el protagonista, por encima de todos los templos se iza a casi 1.000 metros de altura el Pura Besakih. El "Templo Madre" posee la friolera edad de unos 1.000 años y casi todos los dioses tienen cabida en su amplio recinto en cascada. Sus pagodas a diferentes niveles le confieren su rasgo de distinción. Cuando llegamos a él, la tarde proyecta su último hálito. La niebla hace rato que se ha apoderado del lugar como si quisiera ocultarlo a los ojos de los mortales y se confabula con un volcán que sabemos presente pero permanece invisible. El santuario se vuelve fantasmal y el rechinar de los molinillos de viento movidos por la brisa parece el ulular de las almas que en esos momentos son las únicas que pasean por él. La oscuridad acaba por adueñarse de todo y nos convida a marcharnos.
Los templos siempre miran hacia la montaña, el mar es la morada de los malos espíritus y demonios. Pero a pesar de la santidad de la tierra tampoco se deben olvidar de él para no enfurecer a sus demoniacos moradores. Cuando nos acercamos al templo Pura Goa Lawah o cueva de los murciélagos (por los innumerables quirópteros que cuajan como racimos de uvas a reventar la entrada de la cueva) los fieles dejan patentes ese afán por contentar al malévolo océano con ofrendas. Un malogrado pato que un fiel arrojo al mar no tuvo el tiempo suficiente de revolotear cuando unos descarados adolescentes lo atraparon en la orilla y se lo llevaron corriendo. Es la tradición, un fiel arroja su ofrenda y no tiene derecho a recuperarla pero cualquier otro sí que puede cogerla sin enfurecer a los dioses.
En contraposición al sosiego que transmiten las apacibles aguas que rodean al templo del lago Bratan están las aguas que acosan al templo Tana Lot, en el extremo meridional de la isla. La aparición del templo encumbrando un altísimo pitón rocoso acosado en su base por violentísimas olas nos contagia la invocación balinesa de respeto y temor al mar. Desde su escarpada ubicación hacia el abismo, los acantilados sobre los que se encarama dramatizan aún más el entorno donde el templo ha sido levantado para agradar a los espíritus del mar. Pero el templo Tanah Lot, al sudoeste de la ínsula, es aún más osado que el templo de Ulu Watu y sobre un imponente islote rocoso erige su discreta silueta en la boca del mar. La marejada le golpea con endemoniada fiereza y lo separa de la tierra. Quizás agotado o quizás complacido por la resistente obra que los hombres le han construido para honrarle, las aguas del océano se retiran cada día y la marea baja permite emerger ese cordón umbilical que le une a la madre tierra.
ALIMENTO DEL ESPIRITU, ALIMENTO DE LA CARNE
Si nuestro espíritu ha sido saciado con la tradición, el arte y la historia, el arroz será el alimento que sacie nuestros estómagos y... a nuestra vista. El arroz no sólo es el acompañante por excelencia de cualquiera plato de la comida balinesa, es también el que le proporciona esa intensa pincelada de color verde a sus terrazas cultivadas, una imagen inconfundible y privilegiada de la sinuosa orografía de la isla. Ya comas langostinos, babi gugling (cochinillo asado), o gado gado (verduras y salsa picante de cacahuetes) o sabrosos ikans (pescado) que el arroz será el centinela imperturbable que escolte cualquier plato. De vez en cuando unas galletas de krupuk, de gambas, pueden ser unas sabrosas acompañantes con una copa del dulce vino de arroz que tan diestramente destilan los balineses. Después de varias copas las representaciones del wayang kulit cobran una autenticidad aterradora. Esas delicadas marionetas de sombras que se mueven al son del gamelan (orquesta) y los focos de luz parecen espectros que desearan liberarse de su prisión refulgente.
El mar que rompe en las playas del norte, hacia Singaraja, el centro del poder holandés durante su dominio de Bali, cuenta en sus alrededores con otros templos. Estos tienen una gran competencia con las playas de aguas azules cálidas con olas de poderoso vigor y fuerza que son el paraíso para los amantes del surfismo, como también lo son las playas de Kuta (una de las tres "K" de los 70 junto con Kabul y Kathmandu en la ruta de los hippies, ahora bastante masificada).
Los templos del interior, ignorando con su sagrada posición la competencia del mar, erigen sus estructuras con pequeños tesoros artísticos. En Kubutambahan, el templo Maduwe Karang, dedicado a los espíritus de la agricultura de los campos de secano, nos agasaja con sus magníficas esculturas sobre las paredes del templo como el original ciclista con ruedas de pétalos de flor. Y el templo Beji en Sangsit, consagrado a los espíritus que velan por los arrozales de regadío, con sus demonios y nagas (serpientes) se presentaban con una impresionante realismo.
En los templos balineses siempre habrá un rostro humano o petrificado que atrape nuestra atención, una leyenda que excite nuestra imaginación o un ritual que sorprenda nuestra curiosidad. La sonrisa de su gente será el regalo que alegre nuestro corazón.
LA VENGANZA DE LOS ESPIRITUS
Zarpamos de Balí rumbo a Lombok, es una mañana radiante, soleada, despejada, un tanto descarada y arrogante tras los nublados días que la precedieron. Pero por fin el sol se alza sin obstáculos. El mar en el puerto está calmado y el moderno catamarán se lanza a cumplir su misión. Una mezcla de sorpresa y orgullo nos arranca unas buenas carcajadas cuando un marinero nos ofrece en una bandeja pastillas contra el mareo. No deberíamos haber bromeado.
Zarpamos y la salida de la bahía es espectacular y suave pero cuando nos encontramos con el cruce de corrientes marinas el barco es cimbreado despechadamente por el mar. Marián, grabando las imágenes de la travesía, no para de subir y bajar de un lado para otro por la popa, por la proa, por estribor, por babor ... mientras el catamarán no cesa de balancearse. El capitán nos invita a cabina para que podamos sacar fotos y grabar desde un punto de vista más provechoso. A los diez minutos, el estómago de Marián se revuelve contra su dueña y la doblega. A mi labor fotográfica se une durante esos instantes la misión de las grabaciones ya que Marián está excesivamente ocupada intentando asfixiarse con la cabeza dentro de una bolsa de mareo, hecha una bolita en un rincón de la cabina de mando. Creo que su amor propio sufre más que su cuerpo, ¡una caballa (de la marinera ciudad Ceuta) en estas deshonrosas condiciones! Habrá cruzado centenares de veces el Estrecho de Gibraltar, a veces con fuertes temporales de Levante, pero ha tenido que venir a este remoto archipiélago para sufrir la agresión de los demonios del mar. Todavía quedan dos horas de travesía y aunque ella sigue empeñada en quedarse a morir en ese recoveco, consigo llevarla a la butaca para que tenga un cenotafio más digno.
Apenas puede disfrutar del maravilloso espectáculo que decenas de prahus y sampanes (embarcaciones de pesca con velas triangulares de vivos colores) ofrecen en la costa mientras nos aproximamos al puerto de la isla vecina.
LA ISLA GUINDILLA
Llegamos a la isla "Guindilla", a Lombok, que es lo que significa su nombre. Su bautizo ha sido consecuente pues se prodiga con amplitud el cultivo de los pequeño pimientos picantes como demonios que tanto gustan a los indonesios. Ahora están amarillos y su poder se encuentra aminorado pero cuando alcancen el tono rojo estarán en su punto para bombardear cualquier plato al que osen arrojarlo.
Lombok, desde el primer contacto refleja un carácter menos turístico que su vecina Bali. Conserva todavía ese tono relajado, rústico, primitivo con el que contó Bali hace varias décadas, cuando los hippies encontraron el paraíso y el turismo comenzaba tímidamente a manifestarse. El tráfico es menos intenso, los carros de dos ruedas tirados por caballos, los dokars, siguen cubriendo distancias como si las prisas todavía no se hubieran apoderado del islote. Las campesinas se divisan en los campos bajo sus gorros de paja cónicos recogiendo cebollas, patatas o guindillas. En los campos de cultivo los templetes hindúes han cedido lugar a las mezquitas. Mientras Bali cuenta con un 80% por ciento de la población de confesión hindú, en Lombok son minoría predominando la religión musulmana (incluyendo a los wektu telu aunque interpretan el Corán a su manera y los musulmanes no les consideran como musulmanes auténticos).
Pero la convivencia fraternal raramente se ha visto afectada por sus preferencias religiosas. El templo de Lingsar es un claro ejemplo de esta saludable coexistencia. En un mismo recinto el hinduísmo balinés convive con el wektu telu islámico (religión propia e híbrida, una mezcla de islamismo y animismo con algo de hinduismo). Construido a dos niveles, en el superior se alza el pura hindú, con sus templos consagrados a las montañas sagradas. Abajo, al sur, el templo wektu telu con sus piedras sagradas envueltas en paños amarillos.
Una vez al año, al comienzo de la estación de las lluvias, (octubre-diciembre) musulmanes e hindúes presentan sus ofrendas y oraciones en sus respectivos templos. Luego salen al recinto comunitario y se arrojan arroz unos a otros. Los orígenes de esta tradición son algo confusos. Algunos afirman que es para dar gracias por las lluvias mientras otros dicen que es para atraerla. En cualquier caso es motivo de alegría y diversión que permite confratenizar a las dos comunidades.
En Narmanda nos encontramos con el pasado real en un recinto palaciego al que no le faltan ni vistas, ni lago bendito, ni colina sagrada. El rey Mataram lo construyó en 1805 cuando ya no tenía fuerzas para ascender al templo de la cima del monte Rinjani con su lago Segara Anak ubicado en su cráter. Construyó su réplica en Narmada y poder así seguir rindiendo homenaje a los dioses.
Pero los templos de Lombok no son tan numerosos ni atractivos como los de Bali, en esta isla lo que verdaderamente resalta es su naturaleza (con sus playas y sus densos bosques de las zonas montañosas) y su artesanía, especialmente su tejeduría tradicional que se transmite de madres a hijas. Los sarongs que confeccionan se entretejen con hilos de oro y la técnica empleada es absolutamente original de la tierra por su sistema de poleas. Pero los sasaks, los montañeses que se han extendido por toda la isla y componen la mayoría de la población, nos sorprendieron con su habilidad para la cestería y mimbrería.
El paraíso natural de Lombok es sin duda una escapada para la relajación, para pensar en todo o no pensar en nada, sumergirse en el mundo rural y de pescadores de antaño y dejarse llevar por el ritmo que su naturaleza marca. Desde zambullirse en sus cristalinas playas para nadar, bucear o practicar surf como calzarse unas buenas botas y ponerse un cálido abrigo para escalar el volcán Gunung Rinjani, a 3.726 metros de altitud. El volcán permanece en activo pero desde hace 90 años parece que mantiene sus entrañas apaciguadas sin provocar sobresaltos a la población que por sus laderas continúan sus tranquilas vidas. Y en los días de luna llena será cuando los sasaks emprenda la peregrinación al volcán para rendirle honores y curar las dolencias mediante un baño en sus manantiales de agua caliente. Se cree que las aguas tienen poderes curativos, especialmente para las enfermedades cutáneas. Los balineses que viven en la isla, en contraposición, realizan una peregrinación anual para honrar al espíritu de la montaña y arrojan joyas de oro al lago volcánico.
El regreso a la isla de Bali se produce sin contratiempos. Los dos nos tomamos por primera vez en nuestra vida la pastillita antimareo sin ningún tipo de bromitas y Marián puede disfrutar de los prahus y sampanes multicolores de los pescadores. El cruce del encuentro de las corrientes marinas vuelve a ser tremendo y el catamarán se transforma de nuevo en una montaña rusa brincando sobre las olas. Hubo muchos mareos pero las milagrosas pastillitas nos protegieron de la pataleta de las aguas sobre el casco de la nave. Salimos victoriosos de esta segunda batalla.
Asia se termina, en breve diremos adiós a nuestro continente favorito. Es hora de rendirle pleitesía y agradecerle los intensos momentos vividos en sus dominios. Nos presentamos con el espíritu colmado ante Gunung Agung. Sus custodios de piedra se hallan engalanados con faldones y cintas en la cabeza, nos sentamos a su vera. Juntos fijamos la mirada en el "ombligo del mundo" de los balineses, su montaña sagrada, su símbolo del poder de la tierra y su mayor hito geográfico. Nos hallamos ante la "montaña madre", su imponente figura serena de 3.142 metros se eleva por encima de todos sus súbditos y no se anda con tapujos, cuando estalla ... todo el mundo tiembla. La Reina con Corona de Fuego se lo recordó a todos en 1963 cuando sus fauces coléricas comenzaron a arrojar fuego y cenizas haciendo estremecer a toda la isla. Los balineses habían olvidado rendirle el máximo culto que cada 100 años recibe. Y la montaña olvidada, después de 115 años sin recibir su tributo les recordó que con ella no se juega y se cobró la vida de más de 1.000 personas destruyendo pueblos enteros con mares de lava que lo arrasaban todo. El mal despertar de la "madre tierra" no se ha olvidado después de casi 30 años. Desde aquel fatídico día que recordó a todos que tiene buena memoria, ha vuelto a dormirse. Pero en la mente del pueblo ha quedado grabada a fuego la próxima cita que de padres a hijos se irán trasmitiendo.
Querida Asia, cuantas cosas hemos vivido contigo desde que rebasamos las aguas del Mar Rojo aquel verano del 99. Cuantos recuerdos se amontonan en estos instantes. Rememoramos el cruce de la Anatolia turca, el desierto de sal de Irán, las estepas y montañas de Asía Central, nuestro caluroso y prodigioso recorrido por el Sudeste Asiático. Qué decir de nuestro amado y admirado Himalaya que tan extensa y bellamente recorrimos a través de China, Pakistán, Sikkim, Nepal y Ladakh; o del encuentro con sus gentes a lo largo de casi dos años, todos tan distintos, todos tan iguales. Son demasiadas cosas para un solo instante.
En apenas unas horas partiremos hacia Australia pero a pesar de la nostalgia por lo vivido nuestras almas nómadas nos empujan a nuevas tierras y nos crean la necesidad de comenzar una nueva etapa a través del cuarto continente de la Ruta de los Imperios.
Desde este Olimpo de espiritualidad balinesa, captador de las creencias más íntimas y del sentir de un pueblo amable y pacífico, nos despedimos de Asia y preparamos nuestros corazones para recibir un nuevo continente.
- P.D.: Nuestro agradecimiento a Catai Tours de España y a Nuansa Bali Tours de Indonesia, cuyos esfuerzos y atenciones han logrado que nuestro paso por Indonesia sea el perfecto broche final para la conclusión de la etapa asiática de la Ruta de los Imperios.
Resto de crónicas de la ruta
01
Salida de la Expedición
02
Túnez I - Huellas del pasado
03
Túnez II - El gran sur
04
Libia I - Terra incógnita
05
Libia II - El desierto Garamante
06
Libia III - Mensajes del Sahara
07
Egipto I - Siwa, el paraiso perdido
08
Egipto II - Las islas del Sahara
09
Egipto III - El rio de la vida
10
Egipto IV - Las cruces del desierto
11
Jordania I - El desierto rojo
12
Jordania II - Un sueño esculpido
13
Siria I - Minaretes y campanarios
14
Siria II - Tierras de cruzados
15
Siria III - El oro azul
16
Turquía I - Eurasia, puente entre dos mundos
17
Turquía II - La puerta de oriente
18
Turquía III - Ídolos de piedra
19
Georgia I - Las nuevas fronteras
20
Georgia II - Templos entre almenas
21
Armenia - Las cruces del Cáucaso
22
Irán - Al corazón del imperio persa
23
Turkmenistán - Nómadas a orillas del desierto
24
Uzbekistán y Kazajastán - Los tesoros de la ruta de la seda
25
Kirguistán - El espíritu de las montañas
26
China - Encrucijada de caravanas
27
Pakistán I - Reinos perdidos del Himalaya
28
Pakistán II - La última frontera
29
Pakistán III - Los castillos perdidos
30
Pakistán IV - Arenas de guerreros, ríos de santos
31
India I - El lago del néctar
32
India II - El país de los reyes
33
India III - El puerto del desierto
34
India IV - Senderos de leyendas
35
India V - Imperios de roca
36
India VI - La reina de oriente
37
India VII - La búsqueda del tesoro
38
India VIII - La costa de las especias
39
India IX - Pirámides de dioses
40
India X - Éxodo
41
Sikkim I - Las puertas del reino
42
Sikkim II - El último reino
43
Nepal I - Un salto a las nubes
44
Nepal II - La morada de las nieves
45
Ladakh I - El guardián de las cimas
46
Ladakh II - Las columnas del cielo
47
Ladakh III - El pequeño Tibbet
48
Ladakh IV - ¡Cumbre!
49
Ladakh V - El espíritu del agua
50
Ladakh VI - El último valle
51
Cachemira - La ciudad flotante
52
Pakistán V - Cantos de sirena
53
Pakistán VI - La senda esmeralda
54
Pakistán VII - El valle de los no creyentes
55
Singapur - La isla del león
56
Malasia - Sultanes y piratas
57
Tailandia - Siam
58
Camboya - El secreto de la jungla
59
Camboya-Tailandia-Laos - La puerta falsa
60
Vietnam - Good morning Vietnam
61
Vietnam II - Fantasmas en la niebla
62
Laos I - Espíritus nómadas
63
Laos II - Laos, año 2.544
64
Tailandia Norte - El triángulo de oro
65
Tailandia Norte II - Las hijas del viento y el dragón
66
Birmania - El telón de bambú
67
Bali y Lombok (Indonesia) - La corona de fuego
68
Australia I - Tierra australis incógnita
69
Australia II - La prehistoria del siglo XX
70
Australia III - Huellas de exploradores
71
Tasmania - Un cielo con demonio
72
Patagonia y Tierra de Fuego - Cita con Magallanes
73
Patagonia y Camino Austral Sur - El desierto verde
74
Patagonia y Camino Austral Norte - El pueblo escondido
75
Isla de Chiloé - Jardín de cruces
76
Chile central - Cabeza de fuego, pies de agua
77
Chile Norte 1 - Hielo ardiente
78
Chile Norte 2 - Bufidos de dragón
79
Bolivia I - Soledad blanca
80
Bolivia II - Misiones Esmeraldas
81
Perú I - Cimas de Cóndores
82
Perú II - Imperios de barro
83
Ecuador - La mitad del mundo
84
Islas Galápagos - Las perlas negras del Pacífico
85
Centroamérica - Las bocas del infierno
86
Canadá hacia Alaska - Alaska or bust !!
87
Alaska la última meta
88
Epílogo