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Crónica 80,

Bolivia II - Misiones Esmeraldas

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Bolivia

Hemos recuperado el nivel del mar pero estamos muy, muy lejos de él. En primer lugar porque Bolivia, junto a Paraguay, son los dos únicos países de todo el continente americano que no tienen salida al mar. Si bien Paraguay nunca tuvo la salida al mar, Bolivia perdió sus posesiones marítimas al constituirse éstas como botín de guerra chileno (junto con las salitreras) en la cruenta Guerra del Pacífico (1879-1.883). En segundo lugar porque nos hemos adentrado en los aledaños de la Amazonía boliviana. El calor de la llanura nos obliga a despojarnos de la ropa de abrigo que usamos mientras estuvimos en el altiplano y la humedad pegajosa de la cercana jungla invade nuestros cuerpos. Nos adentramos en la Chiquitanía, días y días respirando el fino polvo que levantamos con nuestras propias llantas a través de pistas entre la vegetación amazónica.

Pero cuando el polvo se disipa y pagamos el respectivo peaje a la entrada del pueblo por la utilización de esas "autopistas de incomodidad" ... aparece San José de Chiquitos, capital de la provincia de Chiquitos. Aquí encontramos la primera de las joyas de la arquitectura y artesanía religiosa de las Misiones Jesuíticas que se levantaron a partir de la segunda mitad del siglo XVII. Las misiones son el motivo principal que nos han traído hasta estas apartadas latitudes. La misión original de San José fue erigida en 1.696 pero reemplazada en 1.748 por la que actualmente se encuentra en la Plaza 26 de Febrero con su impresionante estructura neo-barroca. Fundada por el jesuita español Felipe Suárez y Dionisio de Ávila el 19 de mayo de 1.697 está siendo restaurada mediante la Oficina de Cooperación Española Internacional. La misión de San José de Chiquitos (la única de piedra) forma parte de un conjunto de 7 misiones que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, un tesoro muy poco conocido del territorio boliviano y apenas visitado por aquellos viajeros que se adentran en el país andino y que sólo se limitan a acercarse al Salar de Uyuni y al Lago Titicaca. Pero en la Chiquitanía hay una historia escrita en los muros de estas espectaculares misiones que llenan de orgullo a su gente, herederos directos de su legado y que no se deberían pasar por alto por ser un tesoro único en su género ... que sigue en activo.

Pero la arquitectura rural pre-amazónica no se limita únicamente a espectaculares misiones jesuíticas ... los pueblos nos cautivaron sobremanera. No teníamos ni idea de su belleza, nos hablaron de ellos pero nunca les rindieron suficiente justicia. Aquí encontramos los pueblos más hermosos de Bolivia, pueblos que ignoran el cemento y la chapa, casas porticadas con cubiertas de teja que siguen con el mismo espíritu de antaño. Poblaciones tranquilas como la de San Miguel (en la foto) donde la vida transcurre apacible y las monjitas van a la compra en vespa..

En San Rafael encontramos otro de esos testimonios que han embellecido las poblaciones de la jungla y han creado una ruta única. El Padre Schmidt, además de sus labores evangelizadoras era arquitecto y durante el siglo XVIII diseñó, dirigió o restauró, con la ayuda de los nativos, muchas de las misiones que estamos recorriendo. La bellísima misión de San Rafael (en la foto) fue fundada en 1.696 pero completada por Schmidt entre 1.740 y 1.748.

Avanzamos por terreno jesuítico entre las misiones levantadas en este manto esmeralda que conforma la jungla. En tiempos de intrigas y luchas de poder los jesuitas fueron expulsados de América y su orden clausurada porque el rey Carlos III vio en ellos un peligro potencial para su reinado, en plena expansión del Imperio Español en las Americas. El poder y la influencia que la orden había alcanzado en las colonias le hicieron creer que podrían usurparle su primacía (eran incluso más fieles al papa que al rey) y comenzaron las presiones al Papa Clemente XIV para su expulsión y disolución ... hasta que se consiguió. Pero esa expulsión no es una página olvidada para la población rural y su recuerdo está siempre presente. Todo ello es debido a que, evidentemente siendo la misión principal de los jesuitas evangelizar en la fe cristiana y velar por las almas de los fieles, también se preocuparon de otros muchos aspectos humanos. En Chiquitanía se consideró (y se sigue considerando) su trabajo como una gran labor social y las placas de agradecimiento a la orden así como las estatuas de los jesuitas más emblemáticos se yerguen orgullosas en las plazas centrales de los pueblos. En la foto las estatuas de los apreciados padres jesuitas españoles Juan Bautista de Cea y Francisco Hervás en la plaza de Armas de San Rafael.

Los pueblos que fundaban contaban siempre con una atractiva misión e iglesia para incentivar la presencia de fieles pero jamás olvidaron un colegio (la educación era fundamental para los jesuitas), hospitales, talleres de diferentes oficios artesanales, cementerios y casa para viudas. Para asegurarse la comida siempre estaban rodeados de tierras dedicadas al cultivo intensivo, especialmente de hierba mate libre de impuestos con la que comercializaban. La economía se organizaba a partir del trabajo y la participación comunitaria de los bienes y gozaban de un alto nivel de autonomía e independencia, su lejanía e inaccesibilidad contribuyó a ello. En la foto la plaza de Armas de Concepción, donde al igual que en todas las demás plazas de los diferentes pueblos, luce este árbol con forma de botella: el toboroche (chorisia speciesa), un árbol tropical que posee esta curiosa forma abombada para acumular agua cuando hay sequía. Sus preciosas flores rosadas o blancas tapizan el suelo sobre el que elevan sus voluminosos troncos y numerosas y largas ramas.

Contrastando con la sofisticación de los pueblos urbanizados también nos encontramos en las pistas con la aldeas indígenas que en nada han variado su estética y modos de vida inmersos en la jungla. En la actualidad, la mayoría de los chiquitanos viven en pequeños poblados agrícolas dedicados a la caza, pesca y cultivo de plantas; las mujeres fabrican objetos de cerámica y tejidos sencillos. Sus poblados tienen autonomía política y sus jefes son elegidos por su valor.

Jungla es sinónimo de aventura y allí donde no hay puentes ... siempre hay barcas que permiten proseguir el avance ... aunque algunas de ellas ... nos dieron serias preocupaciones respecto a su resistencia.

A excepción de la misión de San José de Chiquitos, las demás tienen un estilo similar pero ... no hay que dejarse engañar, cada una de ellas es única en su género, decoración, labrados de madera, claustro, ... Disfrutamos la visita de cada una de ellas y captamos su personalidad. Así en la iglesia de la misión de San Javier nos maravillamos con un interior exclusivo de resplandor. Cuando como norma general el interior es oscuro debido al color natural de la madera empleada, en San Javier un radiante color marfil sirve de fondo a diseños florales y geométricos que cubren el techo, las paredes y hasta las propias columnas..

Es hora de dejar tras nosotros la Chiquitanía, la antesala de la jungla amazónica boliviana, sus aldeas de paja y madera y los románticos pueblos coloniales que albergan tesoros arquitectónicos prácticamente desconocidos, merecidamente reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. En nuestra memoria perdurará para siempre la tranquilidad de esas poblaciones que muestran con orgullo sus misiones (la de Concepción en la foto) y miman sus casas para que siempre luzcan su inconfundible talante del pasado..

Regresamos a la civilización y a la agradable temperatura de las alturas en el encuentro con Cochabamba, la ciudad de la Eterna Primavera, cuyos 2.570 metros de altitud le confieren el agradable clima con el que ha sido apodada. Observamos su catedral desde la sombra que nos proporciona la arquería de la Plaza 14 de Septiembre, el corazón del casco viejo. Luce su imponente estilo neoclásico desde que fue inaugurada en 1.571. A su alrededor, las calles y plazas tienen un corte marcadamente colonial.

Mercado en Cochabamba. La variedad de "papas" que podemos encontrar en el mercado es increíblemente abrumadora, las verduras, frutas y cereales han convertido a Cochabamba en el corazón agrícola y granero del país. El paseo es magnífico, los mercados siempre nos fascinan pero las vendedoras del mercado siguen siendo tan hoscas como el resto de las mujeres indígenas en el resto del país. La amabilidad la encontramos con los clientes y otros paseantes y podemos hablar con ellos. Se quejan de la pobreza, la corrupción tan tremenda que les sume en la desesperación y de la tragedia todavía no superada por haber perdido su salida al mar tras la Guerra del Pacífico con Chile a finales del siglo XIX. Estamos en plena campaña electoral y el lema de todos los políticos es "lucharemos y acabaremos con la corrupción" pero la población ya no se cree nada, saben que el que salga robará y robará como han hecho sus predecesores. Prueba de ese descaro e impunidad del que gozan la mayoría de los políticos sudamericanos es que sin importarles la imagen que pueda causar ... los propios congresistas bolivianos (en plena campaña electoral) se acaban de auto-aprobar en estos días un sueldo vitalicio de más de 3.000 euros si se tiene un determinado número de años de servicio ... y lo heredará íntegro su esposa en caso de viudedad. Los políticos son la oligarquía de este país, no tienen problemas económicos pero siguen saqueando las arcas con sueldos, concesiones y pensiones escandalosas.

Llegamos a La Paz, la capital es la mayor megápolis de Bolivia y sus 3.500 metros de altitud la constituyen en la capital más alta del mundo. Pero lo que realmente deja boquiabierto al viajero que arriba a La Paz no es su altitud, es su barrio satélite: El Alto. Una gigantesca colina ocupada por miles y miles de construcciones ilegales que levantaban los indígenas que huían de la pobreza del campo. Durante años fueron cargas y cargas policiales para desalojarles pero por la noche se volvía a construir y se creaban barricadas para resistir nuevas acometidas. Pero era una lucha perdida de antemano, es imposible desalojar a medio millón de indígenas que no tienen nada que perder. A la municipalidad no le quedó más remedio que aceptar el nacimiento de un nuevo barrio contra su voluntad y al final le proveyó de agua y luz para evitar epidemias y más desórdenes.

Los bolivianos guardan mucho rencor a Chile por la Guerra del Pacífico pero la miran con envidia por su progreso y relativa paz social. Comprendemos todavía más su desesperación cuando en varias ocasiones nos llegan a decir: "los chilenos han tenido suerte porque llegó Pinochet cuando todo se iba a desmoronar". Están desesperados, no creen en nada, la violencia se acumula y por encima de la política ... necesitan comer y sobrevivir como sea. En la prensa leemos que 4.600.000 bolivianos están muy por debajo del umbral de la pobreza ... teniendo en cuenta que su población total son 8.200.000 habitantes ... da un porcentaje superior al 55%. Las protestas son violentas porque el pueblo ha perdido la paciencia y es escéptico porque saben que su país es rico, ellos son pocos y hay sueldos y trabajo de sobra para todos si se reparte en justicia. ¿Llegará algún día esa justicia que todos reclaman?.

La Paz moderna, barrios de espectaculares rascacielos que contrastan con el inconmensurable suburbio de casas marginales que les rodean. Bajar a La Paz desde El Alto es como seguir la corriente de un fregadero desaguando. Das vueltas y vueltas hasta rebasar el caos de las "micros" (autobuses) que vociferan a pleno pulmón el destino que llevan mientras suenan las bocinas sin descanso y los tubos de escape te obsequian con una ráfaga de espeso humo.

Por fin conseguimos alcanzar los escasos retazos del pasado colonial diseminados por la ciudad, la escondida, estrechita y empinada Calle Jaén es una preciosa muestra de ello ... pero El Alto sigue estando presente (al fondo de la foto) incluso en esta callejuela perdida. Cuando el tráfico está cortado en alguna calle parece que hemos encontrado un refugio a tanto caos y despropósito.

Si se pregunta que se mencione un famoso imperio en Sudamérica la mayoría contestará: el Imperio Inca. Pero si bien su importancia histórica fue grande su presencia en la misma es realmente pequeña comparada con la larga existencia del gran Imperio que le precedió: el de Tiahuanaco, hemos llegado a una nueva capital imperial. Mientras que el Imperio Inca apenas ocupó en la historia como tal unos 150 años, el desconocido Imperio Tiahuanaco tuvo una existencia mucho más larga, nada menos que unos dos mil años y fue la inspiración para el Imperio que le siguió: el Inca. ¿Pero por qué el Imperio Inca es más famoso? Hay dos grandes y poderosas razones a esa supremacía informativa: primero porque de él quedan más evidencias tangibles, físicas como son las archifamosas ruinas de Machu Pichu (Perú) y segundo porque el Imperio desapareció como fruto de su enfrentamiento con el Imperio Español, que al igual que ocurre con muchos astros del cine (James Dean o Marilyn Monroe) o militares y guerrilleros (Che Guevara) ... alcanzan la categoría de mito universal por el modo y momento de su desaparición. Los restos de Tiahunaco fueron descubiertos por el profesor Alan Kolata, de la Universidad de Ilinois en Chicago hace tan solo 16 años, en 1.986. Las excavaciones realizadas hasta el momento en Tiahuanaco tan solo han puesto a la luz el 1% de su superficie, el resto sigue oculto y misterioso bajo la tierra por falta de recursos y de entendimiento entre organizaciones arqueológicas internacionales y el gobierno central. En la foto el Templete Semisubterráneo con estelas y cabezas clavas en primer plano y de fondo el monolito (estatua) Ponce en el templo principal Kalasasaya .

En la costera Copacabana encontramos de nuevo (y como viene siendo habitual en Bolivia) un alojamiento cómodo y económico (cinco euros los dos). Decidimos quedarnos unos días para poner en orden de nuevo todo el trabajo de los últimos quince días y realizar la crónica. Copacabana es un pueblo pequeño pero muy turístico, hay restaurantes y tiendas de recuerdos por doquier, no es nuestro entorno favorito pero la verdad es que todo está muy tranquilo y nadie grita desde las tiendas para intentar vender su mercancía (la desagradable sensación que siempre nos transmiten con irritación las agobiantes Egipto y Marruecos). Los paseos bordeando la orilla del mítico lago Titicaca son sosegados y el ambiente nocturno de luces y gente en las calles y mercado nos encanta.

No se puede considerar un pueblo atractivo porque es moderno en su mayor parte pero la iglesia de estilo morisco (erigida entre 1.610 y 1.620) es realmente impactante y el orgullo de la población de Copacabana. Los peregrinos acuden como fieles devotos de la Virgen María negra, una pieza que fue labrada por Francisco Yupanqui, nieto del Inca Tupac Yupanqui (hijo del fundador del Imperio Inca). La Virgen Morena del Lago o la Virgen de la Candelaria, como también se la conoce, solo es movida de su enclaustrada ubicación durante su festividad. Si fuera perturbada los fieles están convencidos que se producirían inundaciones catastróficas procedentes del lago.

Un cartel en la puerta de la iglesia morisca anuncia sus servicios con los horarios: Pastoral de Acogida, Salves y Mantos, Eucaristías, Confesiones, Bautismos y ... ¡Bendición de Movilidades! Efectivamente, bendecir los automóviles es uno de los servicios de los clérigos de esta parroquia y dispone de un parking "reservado" para esos fines frente a la entrada. El frontal de la iglesia se llena de vehículos con flores y coronas el día de la bendición automovilística para el buen funcionamiento de sus "carros" y les protejan de los numerosísimos accidentes que ocurren en las carreteras bolivianas..

Pero la magia de Copacabana se halla en el encuentro con el lago Titicaca, escenario de la mitológica leyenda que explica la existencia de los Incas. De las profundidades de sus aguas emergió el mítico soberano Manco Cápac y su hermana Mama Ocllo, hijos del gran dios Viracocha, máxima deidad inca y creador de todas las cosas. Sobre la Isla del Sol dieron sus primeros pasos los hijos del sol. Desde el sacro lugar Manco Cápac se dirigió junto a su hermana a Cuzco donde fundó la capital de un imperio. El lago se ve surcado por barcas de velas triangulares y la planta "totora" crece por doquier (en primer plano). Este tipo de junco era utilizado prácticamente para todo por la población autóctona: construcción de canoas, viviendas así como para la elaboración de utensilios y alimentar al ganado.. Navegamos hasta la isla del Sol y de la Luna para pisar las ínsulas de la leyenda. Por la Isla del Sol recorremos durante varios kilómetros un camino que Marián nunca olvidará por el calvario que pasó subiendo y bajando senderos y escaleras trípode al hombro y mochila en ristre, para poder grabar los emplazamientos más ancestrales del mito más importante de los incas. Las idílicas imágenes del lago que desde las alturas contemplamos nos ofrecen un océano de aguas turquesas, terrazas con cultivos de maíz y cereales, animales pastando en terrazas, cabañas de piedra cubiertas de paja, isleños esperando la salida de las barcas que le lleven a otras islas o a tierra firme. Llegamos hasta la Piedra de los sacrificios y ofrendas y más allá a la Chincana, unas construcciones incas en piedra que miran en terraza hacia el lago y que aunque no son espectaculares sí que poseen relevancia histórica. Al igual que las esquivas cholitas, también nos detenemos frente a las aguas del lago esperando la llegada de la barca que nos trasladará de nuevo a Copacabana. Dejamos la mirada perdida y pensamos en la próxima etapa: Perú. Bolivia termina del mismo modo que va a empezar Perú: navegando por el Titicaca. Pero en Perú utilizan la totora para algo increíble, difícil de creer y deseamos verlo con nuestros propios ojos ... y pisarlo con nuestros pies..

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.