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Crónica 59,

Camboya-Tailandia-Laos - La puerta falsa

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Camboya

La parabólica del Inmarsat Ibérica apunta hacia el satélite IOR, el enlace es óptimo y nuestros e-mails salen rápidos. A continuación, la lista de mensajes del servidor nos señala que tenemos cuatro correos entrando. Uno de ellos es la respuesta de Vietnam a nuestra petición de entrada. Cuando entraron todos los mensajes, desconectamos y guardamos el teléfono. El primer mensaje que leemos es el de Vietnamtourism.

-No les vale el programa aproximado -le digo a Marián con clara decepción al leer las primeras líneas.

-¡Lo que nos temíamos!

-Lo quieren exacto, cerrado, día a día y con las reservas hechas.

Me reclino hacia atrás apoyándome completamente en el respaldo del coche, estamos al final de un callejón ... que no tiene salida. Ya les habíamos explicado con todo lujo de detalles que era imposible fijar nada en una ruta terrestre de estas características. Había factores imponderables como el estado de las carreteras, la meteorología y la salud. También nos resistíamos a perder la propia sensación de libertad de poder quedarnos más días si encontrábamos algún lugar especial. Así de atados estábamos cuando cruzamos China en el 99, no nos gustó y no queremos repetirlo. Los nómadas improvisamos, necesitamos la sensación de ser libres para disfrutar de la ruta. Y finalmente tampoco podemos esperar de "una semana a un mes", como nos pusieron en el anterior correo, para obtener el permiso. El visado de Camboya se acaba en unos días.

Tengo la cabeza llena de nubarrones negros, a estas alturas de la expedición no puedo dar crédito a lo que nos está ocurriendo. Marián está en silencio también. Vietnam, con su intransigente y cambiante burocracia, nos ha cerrado las puertas. Los dos sabemos que es imposible cumplir las condiciones que nos exigen así que tendremos que dar media vuelta, la primera de la Ruta de los Imperios. Durante un año y nueve meses hemos cruzado 23 países a través de tres continentes y tras todos los obstáculos superados hasta ahora ... la burocracia nos hace dar marcha atrás. ¡Qué faena! ¡Y en qué lugar! Con la frontera de Vietnam cerrada, Camboya es un callejón sin salida, no hay otra opción que volver a cruzar la pesadilla de camino hasta Tailandia.

Y como colofón, esta retirada también suponía no encontrarnos con Marjolaine y David, hoy mismo les mandaremos un e-mail transmitiéndoles nuestra frustración ante la imposibilidad del reencuentro. ¡A menos de 300 kilómetros los unos de los otros! Ellos en Saigón y nosotros en Phnom Penh. Ellos entrarán en Camboya cuando a nosotros nos caduque el visado de este país, es decir que tendremos que estar ese día en la otra punta del país, en la frontera de Tailandia. Ellos, tras Camboya seguirán hasta Bangkok y luego más al sur; nosotros vamos hacia el norte, hacia Laos. Ya es imposible que nuestras rutas se vuelvan a cruzar. ¡Qué pena! No era un buen día, no.

Pero Vietnam no solo está en nuestra mente estos días, también está en la prensa. El "Daily Cambodia" notifica que en la zona central de Vietnam (alrededores de Dalat) se ha producido un levantamiento civil de las tribus de la montaña que ha puesto en jaque al ejército vietnamita. Los enfrentamientos con la policía y los soldados han sido tan violentos que se habla de "insurrección" y el ejército ha acordonado y aislado las montañas de Dac Lac. Lo que son las cosas, de haber entrado en Vietnam sin problemas ... seguramente estaríamos por ahí. Nadie puede entrar ahora en una de las zonas más bellas del centro-sur de Vietnam, está clausurada a cal y canto. No dejan entrar ni a la prensa, dice el portavoz del gobierno vietnamita que es debido a que "the provincial authorities are not "ready" to receive them", o sea que "las autoridades provinciales no están "listas" para recibirles". Es decir, que quieren poner "orden" sin testigos.

Vamos empaquetando nuestras cosas, otro periódico que guardamos con la documentación de Camboya nos arranca una sonrisa, será otro de los recuerdos de nuestro paso por Camboya: la contraportada está dedicada a "dos españoles que hacen un ciber-viaje en directo alrededor del mundo". Es la entrevista que nos hizo un periodista francés del periódico "Cambodge Soir", se enteró por casualidad de que estábamos en Phnom Penh y nos localizó para hacer un reportaje.

LA "ULTIMA PALABRA"

Todo está de nuevo en nuestro Mitsubishi Montero. Es hora de partir ... hacia atrás, hay que ver lo que nos cuesta decirlo. Iniciamos la retirada, de nuevo la textura lunar de las pistas, de nuevo los decrépitos puentes a punto de desmoronarse; pero esta vez es más duro, la moral no es alta. No sólo tragamos el polvo que levantamos, también tenemos que tragar bastante bilis. Nuestros cuerpos no paran de dar botes, las ideas en la cabeza también van dando tumbos de un lado para otro. Llegamos a Angkor y decidimos permanecer allí un día, lo justo para que los huesos se recoloquen en su sitio original y podamos hacer el último tramo de cráteres algo más recompuestos. Nos damos un paseo por el exterior de la capital imperial khemer para despejarnos.

-Diga lo que diga el aduanero de Moc Bai igual deberíamos intentar la entrada a Vietnam por otro lado. Aunque nos hayan afirmado en la frontera y en la embajada de Vietnam que con la nueva legislación ya no pueden entrar los vehículos extranjeros sin una importación en toda regla ... ¡me resisto a rendirme de este modo sabiendo que Marjolainne y David entraron hace casi un mes! -le digo a Marián.

-Ya lo había pensado. Las otras dos únicas fronteras terrestres de Vietnam parten de Laos y están muy alejadas de Moc Bai. Podríamos intentarlo, lo malo es que la primera frontera supone unos 1.400 kilómetros desde Phnom Penh, con unos 600 kilómetros muy, muy malos porque los últimos 200 en Laos son también tremendos. -me dice Marián, siempre con todo estudiado.

-Y si nos echan para atrás, de nuevo el palizón de los 200 kilómetros de pista triturada por Laos ... ¿y cuantos kilómetros más luego?

-En el mapa no están marcadas las distancias kilométricas pero así a ojo serían otros 350 kilómetros, que con los 200 de esta segunda marcha atrás serían 550 kilómetros extras.

-Otros 550 kilómetros extras como tampoco nos dejen entrar por Lao Bao... -repito en voz alta, dubitativo.

-No. Serían más -me interrumpe-. Eso es hasta la frontera vietnamita, luego hay que sumar toda la parte de Vietnam hasta llegar a Dong Ha en el sur, más o menos a la altura de donde apareceríamos entrando por Lao Bao.

-¿Cuántos más, entonces? ¿En total cuantos serían?

-Unos 280 kilómetros más. Sumando todo, el segundo rodeo nos supondría otros 730 kilómetros que habría que sumar a los 1.400 que ya habríamos hecho con el primer rodeo.

-¡Qué barbaridad! ¿Qué hacemos? ¿Nos la jugamos con esta "puerta falsa" en Lao Bao? -así llamamos nosotros a una segunda frontera cuando en la principal hay problemas de dudosa legalidad. Cuando no sabemos a ciencia cierta si una medida que nos aplican es "legal" y "real" o si obedece a una decisión arbitraria de un jefecillo déspota que se siente el amo del mundo en "su" frontera. Siempre que buscamos una "puerta falsa" intentamos que esté muy alejada de la principal y a ser posible desde otro país. Aquí no tenemos muchas elecciones, hay tres fronteras terrestres, una desde Camboya -donde no nos dejan entrar- y dos desde Laos, en el quinto pino unas de otras. Precisamente el problema es ese, que están demasiado alejadas y por unas carreteras y pistas de agárrate y no te menees.

-Yo lo intentaría pero eres tu el que conduce el coche en estos países, tu te llevas la mayor paliza. La última palabra te corresponde a ti -me dice Marián, que quiere intentarlo pero no quiere forzar mi desgaste de todas estas semanas por Camboya.

Si la "ultima palabra" es "renunciamos" porque vemos mucho riesgo y no merece la pena tanto esfuerzo ... abandonamos la idea de la entrada a Vietnam y nos centramos en Laos y Tailandia. Si la "última palabra" es "adelante" suponen miles de kilómetros, algunos tramos muy duros. Quizás para encontrarnos la "ley de importación" en todas las aduanas y toparnos con todas las puertas cerradas y no quedar más remedio que tener que ir marcha atrás dos veces. Mucho combustible, muchos días, una paliza para nosotros y para nuestra montura. Puede que nos paren en seco pero ... ¿y si cuela? ... ¿y si nos dejan entrar por otro lado? Todos estos países absolutistas presumen del "todo controlado" pero al final hay mucho desbarajuste y lagunas legales (que son las que usa el gobierno y los caciques de turno para estar por encima de la ley escrita y hacer lo que más le conviene en ese momento) ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Hay una remota posibilidad de entrar en Vietnam desde la "puerta falsa" de Laos; es un riesgo, es difícil ... pero la verdad es que existe esa posibilidad. Estoy recostado sobre la espalda, las copas de los árboles de Angkor nos hacen sombra, noto la brisa en la cara pero mantengo los ojos cerrados, buscando quizás ese aislamiento del mundo para concentrar la atención en el dilema que tenemos encima. Estoy harto de dar vueltas al tema. Hay que decidirse ya.

-¡Venga, vamos a intentarlo! -exclamo a la vez que abro los ojos, veo las ramas que se mueven sobre nuestras cabezas y la cara sonriente de Marián- ¡Que pase lo que Dios quiera! Si no entramos en un país que no sea porque no hemos luchado hasta el final. La duda de haber podido entrar y no haberlo intentado "todo" antes de rendirnos ... nos rondaría la cabeza durante demasiado tiempo.

-Si entramos, fenomenal, el esfuerzo habrá merecido la pena y descansaremos en Vietnam. Si no entramos ... tendremos la conciencia tranquila, ya encontraremos un lugar donde descansar en Laos. -me confirma Marián con alegría.

La decisión está tomada, vamos a intentarlo. ¡No nos rendiremos tan fácilmente! Otro "cabo suelto" es que nuestro visado de Laos es de una sola entrada y cuando salgamos de ese país en Lao Bao nos invalidarán el visado de ese país. Si los vietnamitas no nos dejan entrar ... estaremos atascados en tierra de nadie. Tal y como les pasó a Úrsula y Michael. Pero bueno, ya saldremos del apuro como sea, igual con un permiso temporal laosiano o igual los aduaneros de Laos pueden anular la salida y seguir con el mismo visado. Ni idea de lo que puede pasar. Ya veremos. Seamos positivos. Vamos a enfrentarnos a los problemas uno a uno, primero vamos a por Vietnam. Luego ya veremos lo que pasa si no nos dejan. La aventura es así, repleta de imprevistos y cada decisión genera una cadena de hechos previsibles ... y otros muchos imprevisibles. Por hoy ya basta de hacer trabajar a la cabeza con tantas posibilidades. Las cartas ya están en el tapete, terminemos el día con un paseo tranquilo, mañana emprendemos el "segundo asalto", las segunda batalla de nuestra particular guerra del Vietnam.

LA DAMA DE LOS SEIS AMANTES

Tras el duro tramo de Siem Reap hasta Aranya Prathet, Tailandia nos hace recuperar el pulso con sus impecables carreteras y señalización. Los 600 kilómetros por este país fueron fáciles, un paseo con buena música sonando en el radio cassette hasta que llegamos a Mukdahan y nos encontramos cara a cara con el monarca de todos los ríos del sudeste asiático ... cortándonos el paso.

El poderoso río Mekong es el que marca la mayor parte de la frontera natural que separa Tailandia del pequeño y empobrecido Laos. El cauce está tranquilo pero su caudal y anchura impresiona. En unos meses esta desmesurada pero adormecida serpiente de agua se tornará en una infinita anaconda destructora, alcanzando hasta ... ¡14 kilómetros de ancho! en Si Phan Don (Laos). Sus desbordamientos, la corriente de velocidad imparable y su desembocadura en tromba en el sur de Vietnam provocará un año más una galería de los horrores con campos devastados, casas arrasadas y vidas perdidas. El río Mekong rasga la tierra en el sudeste asiático, es el sustento de 50 millones de personas a lo largo de seis países, 4.350 kilómetros de felicidad durante tres estaciones y 4.350 kilómetros de miedo durante los monzones. Acaricia y da bofetadas, besa tan pronto como muerde, ama unas veces pero tortura otras. Su pasión desmedida hace gozar y padecer, arranca lágrimas de júbilo y llantos de dolor. Tan dulce como cruel y capaz de satisfacer a sus seis amantes.

Durante casi 900 kilómetros mima y araña simultáneamente a dos de sus amantes: Tailandia y Laos, cada uno a un lado. No son celosos el uno del otro, hasta llegan a estrecharse la mano ... pero tan solo una vez, en Vientiane, en el Puente de la Amistad. No hay ningún otro puente en esa inagotable distancia, como si al Mekong no le bastasen sus seis vigorosos adoradores y quisiese tontear con coquetería con los simples mortales. Como muchas miles de personas al día, somos sencillos transeúntes que no nos queda más remedio que adentrarnos en sus aguas para llegar a la otra orilla, dejarnos mecer por los sensuales movimientos del vaivén de su estilizado cuerpo.

Una barcaza de metal con dudosa capacidad de flotación nos da la bienvenida tras sellar en 10 minutos la salida de Tailandia. Una rampa metálica une la tierra firme a la plataforma flotante, somos el segundo vehículo que entra en la gabarra, nos seguirán luego cinco camiones, unos modernos, otros salidos de algún museo. Cuando llegamos al final de la balsa de hierro ya notábamos los arrumacos balanceantes de la dama de agua. Nada más entrar el último camión desenganchan la chalupa de Tailandia y empezamos a navegar. Nuestro destino: Laos.

Me apoyo en la barandilla, unas gotas salpican mi camisa. ¿Será verdad que estas aguas son tan zalameras con los transeúntes? ¿Me están llamando? Me inclino más en la barandilla, nuevas gotas llegan a mi ropa pero no me muevo. Fijo la vista en las ondulaciones que genera el avance del "patito feo" sobre el que nos hallamos. Veo unos ojos entre las salpicaduras, ¿serán los míos o me está observando el río?

-Hola viajero -parecen decirme las aguas-, no te veo bien, ¿eres chino? Si es así llámame "Lancang Jiang", tus compatriotas me han bautizado en su lengua nativa como "aguas turbulentas".

-No, no soy chino, dama de las "aguas turbulentas" -le contesto mentalmente.

-¿Quizás seas camboyano? Entonces te habrán hablado de mi como "Tonle Thom", soy las "grandes aguas" de tu tierra.

-No, tampoco soy camboyano, dama de las "grandes aguas".

-¿Tal vez naciste en Tailandia, Birmania o Laos? Si es así, llámame "Mae Nam Khong", se me reverencia como la "madre de las aguas".

-Te reverencio "madre de las aguas" pero tampoco soy de allí.

-¿Acaso de Vietnam? -me susurra mencionando el último de sus esposos-. Tu familia te habrá dicho que me llames "Cuu Long", ¿me reconoces como "nueve dragones"?

-Tampoco soy de Vietnam, dama de los "nueve dragones". Vengo de un país muy lejano, de España, donde te llamamos Mekong.

-¿Me conoces?

-Todos te conocemos, tienes muchos nombres pero siempre serás la reina de las aguas de esta parte del mundo. Eres muy famosa.

-Gracias extranjero, eres muy amable. Es verdad, ahora te veo ahora mejor, no tienes los ojos rasgados, no eres de aquí. Un consejo, no me visites durante el verano, el carácter se me agria y me vuelvo muy violenta por momentos. Yo soy así.

-Estaremos lejos entonces y ...

El bote que arrastra la plataforma da un golpe seco con la quilla, las aguas se revuelven contra la maniobra de amarre en Laos. Una pequeña ola me alcanza de lleno, doy un brinco instintivo hacia atrás y separo la vista de las aguas. Cuando las miro de nuevo sólo veo un remolino pero todavía me parece oír "Buen viaje forastero". ¿Hablo solo? ¿Imaginaciones mías? Seguramente, ... ¿o no? No importa, es estupendo sentir que la naturaleza se comunica con los que la amamos. Sonrío, ¿me habrá dado un abrazo de despedida a su modo? Gracias "Lancang Jiang", no corras "Mae Nam Khong", pórtate bien este año "Tonle Thom", recuerdos al mar del Sur de China "Cuu Long" ... hasta la vista Reina Mekong, nos volveremos a encontrar en nuestro largo camino.

El portón de metal cae violentamente en medio de un estruendo de chapa y de un vocerío que indica que hay que desembarcar. Todo son prisas ahora, los camioneros quieren salir ya y nosotros estamos en medio. Arrancamos el Montero, salimos raudos de la plataforma y subimos la rampa de tierra que nos lleva directo a una bandera. Es la bandera de Laos, un letrero en la caseta que la sostiene pone "Customs".

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

La frontera estaba a punto de cerrar y el aduanero laosiano se apremia en atendernos y comprueba que el visado está en regla. Habla poco, sella rápido y sonríe fácil. Tampoco aparece la pregunta "¿Algo que declarar?", el coche ni lo miran, el Carnet de Passage ni lo tocan. "Welcome to Laos" nos dice el policía de inmigración cuando nos devuelve los pasaportes. ¿Cómo es posible que en unos lugares sea tan fácil y en otros te vuelvan loco? Recordamos lo que nos contaron Úrsula y Michael sobre el comportamiento de los funcionarios vietnamitas en la frontera de Moc Bai: altivos, prepotentes y despreciativos con todos. Aquí nos encontramos todo lo opuesto, que bien se siente uno con una entrada así. A los pocos minutos de llegar ya estábamos botando por las calles de la capital del sur de Laos: Savannakhet.

Rápidamente constatamos que la capital del sur de Laos no es una ciudad, es un pueblo de casas pequeñas cuyas calles desechas nos ponen rápidamente en antecedentes de lo que nos encontraríamos por la carretera 9 hacia la población fronteriza de Lao Bao. Sus calzadas se encuentran en un estado de deterioro sin igual. En el "downtown" se concentran vetustos edificios coloniales de dos pisos que se esfuerzan por reflejar un antiguo esplendor perdido. Laos formaba junto con Camboya y Vietnam la colonia francesa que los galos denominaron Indochina. Su vieja catedral todavía mantiene los oficios religiosos para la porción de población católica.

En los templos budistas de la ciudad también se desarrolla una dinámica labor religiosa con monjes y jóvenes novicios yendo y viniendo por todos los rincones. En el más antiguo de los monasterios, Lattanalangsi, descansa un Buda tumbado de 16 metros, uno de los monjes era el portador de las llaves que nos abrió las puertas de los "aposentos" del gigantesco Buda durmiente. Le rodeaban muchas pinturas, todas bastante elocuentes sobre el castigo que los pecadores sufrirán si no llevan una moral correcta. Arriba estaba el pecado y debajo el condena. Son imágenes un tanto infantiles pero muestran escenas del infierno budista con una crudeza incuestionable.

Una risueña vendedora ambulante nos ofrece una especie de buñuelos a la puerta del templo de Sainyaphum. Le compramos una bolsa, será la última comida antes de lanzarnos a recorrer la horrible carretera que nos separaba de la espinosa e incierta frontera vietnamita.

Los primeros 50 kilómetros rumbo este nos permiten avanzar sin contratiempos por un asfalto decente pero poco después de la encrucijada donde partía la carretera hacia Pakxe -en el sur- el asfalto mutó su faz para deleitarnos con un letanía de nuevos boquetazos, baches y polvareda a discreción. Lo único tranquilizante de la pista fueron sus puentes, mucho más fiables y firmemente asentados que sus homólogos camboyanos. La explicación es sencilla, en Camboya los khemeres rojos volaron todos los puentes cuando se convirtieron en guerrilla y cuando se reconstruyeron fueron puentes temporales que pronto se convirtieron en definitivos ... y no aguantando los embistes del tiempo y del tráfico pesado ... desmoronándose uno a uno ... todos ellos. En Laos no hay mantenimiento de puentes pero como son grandes obras aguantan sin problemas el paso del tiempo, son puentes de verdad.

Las aldeas y granjas siguen presentando su semblante en palafitos rodeados de una jungla bastante deforestada y marchita. La población infantil se prodiga jugueteando entre las columnas que sostienen sus precarias viviendas mientras pilas de lechones corretean prestos a las henchidas y fecundas ubres de su descomunales madres. El camino sigue siendo agotador y exhausto con su interminables zarandeos y sacudidas.

Llegamos a Sepón, origen de la mítica "pista de Ho Chi Minh". De aquí partía una pista fantasma que surcaba la jungla de Laos en paralelo a la frontera de Vietnam hasta llegar a la altura de Saigón. Construida por el ejército de Vietnam del Norte en territorio laosiano e imposible detectar desde el aire, sirvió para que el Estado Mayor de Vietnam del Norte enviase material de guerra y cientos de miles de soldados como apoyo a los vietcong (la guerrilla comunista de Vietnam del Sur). De este modo, el ejército regular del norte se infiltraba en el sur para luchar como vietcongs, mucho mejor vistos internacionalmente porque se hacían pasar por población sublevada contra el corrupto gobierno del sur y los Estados Unidos. Eso sin contar con el efecto de desgaste moral para Estados Unidos y el sur porque la guerrilla vietcong era inagotable, por muchos que cayesen ... eran repuestos por soldados del norte que se convertían en vietcongs del sur. Por la pista de Ho Chi Min en Laos entraron 600.000 soldados del ejército regular del norte, 100 toneladas de provisiones y 500.000 toneladas de material bélico. Protegida por 25.000 soldados del norte no se podía "conquistar" por tierra, la jungla era aliada de los vietnamitas y la mayor pesadilla de los americanos. La bombardearon ininterrumpidamente, la intentaron incendiar, la bañaron de herbicidas y defoliantes, hasta tiraron toneladas de detergente para que la humedad de la jungla convirtiese la ruta en una pista de patinaje intransitable. Cuentan que hasta soltaban en paracaídas conteiners repletos de latas de cerveza para "emborrachar" a las tropas vietnamitas. De todo. Durante la guerra cayeron en esta parte de la jungla ... ¡1,1 millones de toneladas de bombas! En 1969, los B-52 americanos llegaban a realizar hasta 900 salidas por día para intentar acabar con la ruta. Pero la pista nunca se cerró, por grande que fuese el daño se reparaba en cuestión de días porque todo a lo largo de ella había hangares escondidos, soldados de ingenieros, talleres subterráneos y lo más importante de todo: la resolución vietnamita de ganar la guerra a cualquier precio.

Sería fascinante recorrerla pero necesitaríamos una mayor logística, seguimiento desde fuera por seguridad, un buen guía para no meterse en campos minados y ser varios todo terrenos para poder ayudarnos mutuamente. No es nada prudente que un todo terreno aislado se adentre en esta jungla olvidada. Esta vez nos conformaremos con conocer su historia.

Seguimos avanzando hacia Vietnam y acampamos en una pequeña aldea del camino. Tras presentarnos a la casa más cercana, cenamos rápido y mal de provisiones que tenemos en el coche, estamos más cansados que hambrientos. Al poco, la tienda se despliega en el techo del Montero y nuestras cabezas se apoyan en las almohadas. Cuando amanezca reemprendemos esta ruta de enigmático resultado. Tras el alba nos esperan dos horas más de angustioso camino hasta la frontera. La hora de la de verdad está cada vez más próxima. Habremos hecho 1.400 kilómetros a través de tres países para llegar a esta "puerta falsa" e intentar entrar de nuevo en Vietnam. Esperamos encontrarla abierta, de lo contrario podemos quedarnos atrapados en tierra de nadie. Que el alma del Mekong y los espíritus de la jungla nos ayuden tras la aurora. No hay marcha atrás. Hasta mañana.

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.