x
post 1488x702

Crónica 77,

Chile Norte 1 - Hielo ardiente

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Chile

Cuartel General de la Ruta de los Imperios en Santiago de Chile. La hospitalidad de Gabi y Juan Pablo en Santiago no sólo nos proporciona un temporal hogar sedentario sino que la ayuda de Juan Pablo (en primer plano) y su ordenador nos permite de nuevo trabajar a pleno rendimiento y el trabajo se va actualizando tras semanas de retraso. La buena conexión aérea de Santiago con Madrid convierte este alto en un ir y venir de material de la Ruta: libros, mapas, mandamos reparar una cámara a Madrid y regresó en fecha, diapositivas, cintas de vídeo y un largo etcétera. Pero hay algo muy especial que nos aliviará la tensión desde la pérdida del nefasto Acer. El protagonista vuelve a ser un gran amigo conocido a través de la web que desde el primer día se unió virtualmente a la expedición y no paró hasta conocernos en persona ... viajando a Singapur, donde preparábamos el embarque hacia Australia (crónica 67). De nuevo vuelve a ser protagonista Vicente Bellés.

Recordamos la cena que tuvimos con Vicente Bellés y Arlette en Singapur tras conocernos y celebrarlo con manjares "tipical spanish" que trajo Vicente: chorizo de Jabugo, salchichón, arroz de Calasparra, aceite de oliva, guindillas, ... Si en la anterior ocasión satisfizo su anhelo de reunirse con nosotros en plena ruta para conocernos en persona a la par que nos ayudó remarcablemente al traernos suministros y llevarse a España nada menos que 40 kilos de material ... en esta ocasión ha ido todavía más lejos. Ante la imposibilidad de comprar un segundo portátil y quedarnos mancos informáticamente ... tomó cartas en el asunto y recibimos su llamada de teléfono con la política de hechos consumados: "he comprado un nuevo portátil, ¿a dónde os lo mando?". Su encomiable y generosa ayuda fue para nosotros como una tabla en medio del océano que nos solucionó el trascendental tema informático y consiguió hacérnoslo llegar justo dos días antes de nuestra partida de Santiago. Pablo (en la foto anterior tras Juan Pablo) viene rápido a casa y entre todos configuramos el nuevo miembro de la expedición: un Fujitsu Amilo. Con todo en perfecto funcionamiento partimos al día siguiente hacia el norte. Al poco, lo que creíamos que era una balsa salvavidas se convirtió en nuestro único bote: en una apertura del delicado Olivetti ... se cortaron varios cables de conexión con la pantalla a los que no podemos acceder ... y volvimos a la casilla de salida con un solo ordenador. Ahora bien, la "máquina" actual, aunque única herramienta de trabajo es un aparato moderno, recién estrenado, potente y rápido como él solo. Gracias al portátil de Vicente Bellés las crónicas pueden seguir apareciendo regularmente.

Juan Pablo nos guarda un recorte que recuerda el episodio protagonizado por Marián el primer día de estancia en Santiago (crónica 72). El diario "El Mercurio" no puede ser más explícito: "Terror en Américo Vespucio. Violentos asaltos a vehículos", el mismo lugar donde agredieron a Marián en la cara para robarle las gafas de sol. La seguridad en Santiago es alarmante y a pesar de ser la más segura capital de Sudamérica tiene un índice de delincuencia altísimo. Está en pleno debate en todas las emisoras, televisión y prensa la pasividad de los testigos que ven (quizás a una distancia de un metro) una agresión o robo y no hacen nada porque no "quieren líos" o tienen miedo. Ni siquiera quieren declarar para no "perder tiempo". Eso permite que los delincuentes actúen en medio de gentíos y a plena luz del día porque saben que ningún ciudadano les va a parar y si los detienen ... como en la mayoría de los casos los testigos al final no comparecen ... se les vuelve a soltar. Tan solo tienen que temer a los incorruptibles y siempre alertas miembros del cuerpo de Carabineros. Si no ven a ningún Carabinero son los reyes de las calles. El artículo recoge infinidad de agresiones en Américo Vespucio iniciándose el titular con el testimonio de una señora que fue asaltada violentamente en esa avenida, tres delincuentes rompen el cristal de su vehículo detenido en medio del denso tráfico. Ante la sorpresa y terror de la víctima, los atracadores la rodean y saquean todo lo quieren del vehículo. Eran las diez de la mañana de un día laborable y con decenas de vehículos con conductores y acompañantes rodeando la escena del atasco. Pasividad total que incita al crimen y que ahora se está intentando condenar públicamente.

Lejos de la caótica capital nos ponemos de nuevo en ruta. Juan Pablo y Pablo nos acompañaron el primer día de ruta y en la carretera nos despedimos hasta un futuro reencuentro y enormemente agradecidos por su apoyo y ayuda mientras trabajamos intensamente en la gran ciudad. Por la emblemática Panamericana comenzamos a deslizar las ansiosas ruedas de nuestro Montero, que tras el letargo capitalino, está deseoso de circular por nuevos derroteros. El norte de Chile se abre ante nosotros para descubrirnos sus bellos secretos. Lugares que realmente muestran otra de las múltiples facetas de este angosto pero atractivo y heterogéneo país. Poco después de abandonar Santiago es fácil apreciar como el entorno geológico cambia drásticamente y no tiene nada que ver con lo vivido en el sur. El desierto no es necesario encontrarlo a miles de kilómetros de la capital ya comienza a intuirse con evidencia en los primeros tramos que recorremos. Los cactus y la tierra sedienta nos muestra un nuevo rostro. Tan sólo las zonas costeras bañadas por el mar u oasis le regalan al desierto un pedazo de frescura y fertilidad a tanta tierra baldía. Los ríos Limarí, Elqui y Choapa lo convierten en el principal productor agrícola de la IV Región gracias a una compleja y gran infraestructura de riego con grandes embalses artificiales.

Nuestra primera parada la realizamos en el desconocido Valle del Encanto al cual accedemos a través de una pista ripiada. Es un oasis entre cerros rocosos y secos, tan sólo salpicados por numerosos cactus que se encuentran ancestrales vestigios de grupos de cazadores que habitaron estas tierras 2.000 años antes de Cristo. En las rocas del valle apreciamos las huellas de los sucesores de esos antiquísimos cazadores que grabaron en la piedra rostros complejamente adornados con ostentosos copetes. Son atribuidas al complejo cultural El Molle y se data hacia el año 700 después de Cristo..

Los valles agrícolas y hermosas ciudades como La Serena quedan atrás para dar paso a la minería. Nos estamos adentrando en la región de Atacama. La ciudad de Copiapó encierra una historia religiosa alrededor de la cual gira una de las principales fiestas de la ciudad y de Chile. En el año 1.780 el arriero Mariano Caro encontró una misteriosa pequeña imagen en piedra de una virgen de 14 cm. en el Salar de Maricunga. Así nació el Santuario de la Candelaria (en la foto)..

No consideramos que se conduzca mal en Chile, no hemos tenido ningún susto, normalmente se respetan los límites de velocidad (los Carabineros escondidos con sus rádares ayudan a ese "respeto"), las señales de stop no se saltan aunque se esté en un descampado, no se acelera en un semáforo rojo recién puesto al contrario se paran, apenas se usa la bocina, los adelantamientos son correctos, no se pisan las rayas continuas, ... La verdad es que consideramos la conducción en Chile como segura pero da escalofríos ver tantas y tantas tumbas en los márgenes de las carreteras, una costumbre chilena con los muertos en accidentes de carretera. Muestra de dolor para los familiares y amigos de las víctimas y de reflexión para los que las vemos cuando conducimos. Nunca se es suficientemente prudente. En esta ocasión no han reparado en gastos y han levantado una bella reproducción de la iglesia de San Francisco de Copiapó.

Las acampadas por Atacama están arropadas por la aridez más absoluta. Su soledad inhóspita nos permite tranquilos campamentos donde podemos disfrutar de las estrellas y la luna tras tomarnos una buena ducha tras las largas jornadas por el desierto. Por la estación en la que estamos las temperaturas no son extremas, es fácil sobrellevar el avance sin ningún tipo de sufrimiento como el que tuvimos en los desiertos africanos al comenzar la Ruta de los Imperios. Las noches son frescas en su punto exacto y dormimos estupendamente.

Nuestra ruta se desplaza siseante del interior seco y ralo a la costa donde la brisa marina regala un soplo de aire fresco y vivificante a su deshidratado territorio. La Gruta del Padre Negro nos anuncia la proximidad del océano. A pocos kilómetros de la población costera de Caldera se levanta sobre una roca un sencillo y discreto centro de peregrinaje en honor al Padre Crisógono Sierra. Un religioso muy querido que atrae a gran cantidad de devotos y llamado popularmente por el color de su piel..

El auge de la industria minera en los alrededores del pueblo de Caldera permitió amasar grandes fortunas a finales del siglo XIX. Su riqueza quedó reflejada en la construcción de elegantes mansiones coloniales..

El entorno de la costa no se diferencia mucho del paisaje del interior, tan solo cuando vemos el océano somos conscientes de la presencia del litoral. El desierto devora imparable la tierra hasta los mismos lindes del océano. La vegetación ha tenido que adaptarse al medio hostil al que la naturaleza le ha condenado y ha conseguido superar la obstinada prueba sobreviviendo en los ambientes más hostiles. El cactus, un planta originalmente americana, conceden al paisaje costero su peculiar imagen. De las 170 variedades de cactus que hay en Chile, 145 son endémicas del país..

El desierto nos tiende la mano en las cercanías de Antofagasta, que sea un apretón de manos y no una bofetada lo que nos encontremos cuando nos adentremos en serio en sus entrañas. La mano que intenta escapar de la desangelada devastación es fruto del artista Mario Irarrázabal que en el año 1.992 dejo esta huella de su singular obra. En su compañía realizamos un alto para hidratar nuestros sudorosos cuerpos y corroborar nuestra posición.

Antofagasta ("el que esconde cobre"), a los pies de la cordillera de la costa pacífica, perteneció a Bolivia hasta convertirse en parte del botín de guerra chileno tras la guerra del Pacífico. Hoy en día es la quinta ciudad más importante de Chile y el principal núcleo minero del desierto. Nació en 1.866, cuando en sus playas se alojó el cateador Chango López con su familia. Las guaneras (donde se recogía el guano de las aves) y las minas de cobre eran la principal actividad cuando estas tierras todavía pertenecían a Bolivia. Las salitreras fueron descubiertas y explotadas poco después por el explorador, minero e industrial chileno José Santos Ossa (tras asignarle el gobierno boliviano una concesión exclusiva) contribuyendo a la creación del ferrocarril e intensificando la actividad portuaria..

Cien litros de combustible en bidones, cincuenta litros de agua potable, veinticinco litros de agua para el aseo, fruta, vegetales, pan, comida envasada para muchos días y el GPS limpio de rutas anteriores pero ávido de memorizar nuevos puntos. Nosotros estamos descansados. Partimos de Antofagasta hacia el atormentado feudo del desierto. Pablo Neruda escribió: "Alguna vez, cerca de Antofagasta, entre las malgastadas vidas del hombre y el círculo arenoso de la Pampa, sin ver ni oír me detuve en la nada; el aire es vertical en el desierto, no hay animales (ni siquiera moscas), sólo la Tierra, como la luna, sin caminos, sólo la plenitud interior del planeta." Así es.

Avanzamos por un rostro hecho jirones por la naturaleza, una piel cuarteada sobre un descarnado cuerpo. Las ruedas de nuestro Montero superan el resquebrajado terreno mientras el lastimero quejido de los crujidos de las placas de barro son alejadas por el viento.

Llegamos al hielo ardiente, estética de mar helado y temperatura ambiente de infierno. Nos envuelve el Salar de Atacama. Las dimensiones del salar son inmensas, con una sequedad del aire casi absoluta que junto al frío viento nocturno nos reseca los labios resquebrajándolos dolorosamente. La gran visibilidad del salar nos provoca distorsiones en la apreciación de las distancias con lo cual hay que actuar con cautela en los recorridos que nos proponemos.

Durante el día, el sol en cruel alianza con la sal castigan nuestros ojos y piel con los potentes rayos del primero y la cegadora luminosidad de la segunda. Cuando desaparece el astro rey, su seductora novia plata se deja cortejar por los díscolos vientos. El frío se apodera de los sucesivos campamentos hasta que el amo del día regresa y expulsa a los intrusos de su reino.

Pero en las lindes del gran Salar ha obrado la varita mágica de un hada llamada naturaleza. Con un simple toque ha hecho brotar en medio de la aridez más absoluta el maná de la vida: agua. Ahí están los oasis donde se asentaron desde tiempos prehispánicos grupos indígenas que desarrollaron la llamada cultura atacameña. Por estos pequeños poblados (como el de Peine en la foto) encontramos una fuerte fusión entre sus orígenes indígenas y el legado hispánico. Pero los primeros poblados aparecieron hace 3.000 años cuando tras miles de años de trashumancia se hicieron sedentarios..

Ya al otro lado del Salar de Atacama, la Cordillera de los Andes nos muestra su impresionante hilera de volcanes nevados, algunos todavía activos como el humeante volcán Láscar (en la foto) que con sus 5.154 metros de altitud domina el oasis y poblado de Camar. Las escorias y lavas de los volcanes colmaron las cumbres produciendo una planicie altiplánica y bajando también hacia el salar cubrieron todas las fisuras de los cerros creando un faldeo homogéneo y de pendientes suaves entre el altiplano y el salar. El material volcánico muy permeable permite que el agua de las nieves se filtre apareciendo como vertientes en el pie del monte donde están los poblados que estamos recorriendo: Toconao, Camar, Peine, Socaire y otros..

La laguna de Chaxa es una de las diversas lagunas que forman parte del Salar de Atacama. En ella se aloja una amplia colonia de las recelosas aves rosadas que cada año vuelven a los lagos salados para nidificar. Las parinas o flamencos comparten "vivienda" con otras pequeñas aves en estas albuferas que flotan sobre la sal. Los volcanes andinos, como siempre, alzándose imprevisibles en el horizonte.

Todo el entorno del Salar de Atacama sigue deleitándonos ... y sorprendiéndonos. Hemos ascendido y descendido por montañas terrosas hasta llegar al valle de la Luna, una altiplanicie estratificada sobre la que brotan curiosas figuras escultóricas modeladas por el viento. A su alrededor, la sal gema se engarza sobre la moqueta blanca como un pequeño firmamento de resplandores. El suelo nos lanza múltiples guiños provocados por la incidencia del sol sobre esos trozos de sílice cristalizados, unos "diamantes" de sal totalmente transparentes debido a la cristalización a altas presiones y sin humedad..

Pero en Atacama no hay tan solo deslumbrante naturaleza, también aparecen salpicados restos de antiquísimas civilizaciones. El ayllo de Tulor es el vestigio habitacional más antiguo de la zona con sus más de mil trescientos años de antigüedad. Ha logrado conservar algunos restos que evidencian su vetusta existencia, dibujos circulares que representan la parte alta de las viviendas que alojaban a sus ancestrales habitantes. En esta ocasión la arena fue su aliada para la posteridad al sepultarle junto al ayllo y el pueblo..

Y por fin llegamos a San Pedro de Atacama, el pequeño burgo constituye el corazón de la zona. Su recogida y coqueta plaza de Armas luce con orgullo su entrañable e histórica iglesia. Erigida en 1.744 se halla rodeada por un muro de adobe y su torre fue agregada a mediados del siglo XX. Entramos a ella por una de sus tres puertas de piedra en forma de arco..

Tras concluir todo el recorrido por Atacama nos paramos 9 días en San Pedro de Atacama. La directora del museo se porta maravillosamente y nos presta una sala para poder trabajar al resguardo del polvo y arena que levanta el viento en el exterior. Allí sacamos partido al flamante nuevo ordenador que nos ha enviado Vicente Bellés y que se ha convertido en nuestro único soporte informático en estos momentos. En los ratos libres la propia directora o los empleados nos van explicando aspectos de la cultura atacameña para que nos vayamos con el máximo de conocimiento posible. Cuando el museo cierra nos replegamos al único camping de San Pedro: el oasis Alberto Terrazas, conocido anteriormente como "ex-pozo 3"(www.oasisterrazas.cl). Su dueña, la cariñosa señora Juana Ramos, lo dirige sola desde que su marido, Alberto Terrazas, falleciera años atrás. Con ella mantuvimos largas charlas sobre su vida. A sus 70 años dispone de una energía y vitalidad envidiables. El campamento es muy sencillo pero no faltan los árboles, ni fogones para barbacoas, ni mesas y bancos de picnic. Lo mejor de todo es que el gran caudal de agua del oasis permite una gran piscina de aguas termales que cada noche se vacía para regar los árboles y cultivos del oasis. Fue nuestro primer "hogar" desde que partimos de Santiago. Un simpático grupo de ingenieros y obreros estatales se convirtieron en nuestros vecinos mientras realizaban por la cordillera la instalación de los hitos que marcan las fronteras con el país vecino, Argentina. Interesantes y completas jornadas en todos los sentidos la que nos brindó la capital del desierto atacameño.

¿Pero qué es esto? ¿Acaso nos hemos metido en un decorado de las viejas películas épicas de Hollywood? ¿Acaso aparecerá de un momento a otro Charlton Heston ataviado de Moisés y diez mil figurantes a sus espaldas? ¿Aparecerá Escarlata O'Hara levantando el puño y jurando que nunca más volverá a pasar hambre? Nada de eso. Son las puestas de sol en San Pedro de Atacama, los volcanes y las nubes del este se tiñen de carmesí cada ocaso por el sol que se acuesta por el oeste. Hemos de partir y nos regocijamos con la última puesta de sol atacameña. Estamos a 2.425 metros de altura pero mañana hemos de dormir a casi 4.400 metros de altura. Todos nos hablan de fríos tremendos con temperaturas que bajan fácilmente a menos diez grados centígrados. Pero también nos dicen que cueste lo que cueste hay que llegar allí y ver el desperezar de la tierra que cada amanecer rebufa y rebufa vapores, gases y agua hirviendo. Yo nunca he visto el espectáculo que nos describen y Vicente ... no lo ve desde 1.976, cuando recorrió Islandia. Los dos estamos impacientes, nuestro siguiente objetivo: los géiseres del Tatio.

Y si tenemos suerte ... mucho más allá ... alcanzaremos un lago que supera el Pangong Tso de 4.343 metros de altura al que llegamos en nuestra muy apreciada Ladakh (crónica 48). Hablamos del lago más alto del mundo, que se encuentra en Chile, justo en la frontera con Bolivia. Hablamos del lago Chungará ... a 4.570 metros de altura. Nos espera una etapa realmente extraordinaria.

Nuestro más sincero agradecimiento a Navimag y Lan Chile cuya colaboración y asesoría han sido imprescindibles para la consecución de los objetivos de la expedición en Chile.

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

about

Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.