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Crónica 5,

El rincón olvidado (Burkina Faso)

Ruta : Reinos Perdidos de Africa | País : Burkina Faso

Desde los acantilados de Bandiagara, en Mali, descendemos por una accidentada pista que nos permite abordar el norte de un nuevo país que constituye un rincón olvidado de África: Burkina Faso. Estas tierras septentrionales son la zona más marginal y castigada del territorio, donde viven los pueblos de pastores nómadas. Un lugar en el cual las estepas y arenas están todavía dominadas por los tuaregs y los peuls. Una tierra árida e ingrata, como rechazando a los escasos visitantes que cruzan esta zona, es el entorno de la pista por la que vamos adentrándonos en Burkina.

LOS ERRANTES DEL SAHEL

Ante tanta acritud y polvo es el calor humano de los minúsculos pueblos que vamos encontrando los que nos devuelven a la realidad de esta hospitalaria África. Diminutas aldeas con pobladores efusivos dan la bienvenida en sus humildes viviendas a todo viajero que se digne en mostrar interés por su cultura y decida compartir unos momentos bajo su techo. Pero el impacto humano más sorprendente de toda aventura es siempre el más inesperado, en esta ocasión fueron los nómadas.

Aquellos pueblos sin tierra, que huyen de las poblaciones y se alejan de las rutas principales. Son como pueblos fantasmas que se desplazan en silencio y siguiendo rumbos misteriosos. Quizás el azar o el hecho de ir improvisando nuestra ruta por los lugares más inhabituales y solitarios provoca este encuentro con los más característicos nómadas del sahel: los peuls. Altos, delgados, con nariz aguileña y labios delgados se dice que descienden de una mezcla de negros, etíopes y árabes. Un pueblo errante que comenzó el nomadismo en la noche de los tiempos y aunque algunos grupos se hicieron sedentarios y se convirtieron al Islam, la mayoría continuaron con el nomadismo y fieles a la filosofía peul.

Esta filosofía les conduce a exaltar la belleza de los grandes espacios para continuar con la trashumancia en sus caravanas. El cuerpo humano es para ellos objeto de expresión artística y resaltan la belleza con todo tipo de adornos. Los hombres llevan colgados al cuello un amuleto del que nunca se separan pues les sirve de protección y colgados de su cinto lucen enormes espadas. Pero son las mujeres las más hermosamente ataviadas. Entre sus mantos negros destacan sus brillantes joyas, ya sean abalorios, largos pendientes de oro, aros plateados en sus tobillos o las monedas de plata cosidas a los pañuelos negros que enmarcan sus finos rostros.

Los nómadas peuls, dedicados al pastoreo itinerante, son capaces de reconocer cada unos de sus animales entre un rebaño de más de 300 vacas, sin ningún tipo de marca previa. Sus enseres van a lomos de sus animales y las calabazas anaranjadas destacan sobre todo lo demás, es en el mundo de la vida doméstica donde la calabaza es un comodín que se usa para elaborar todo tipo de instrumentos: cuencos, cucharones, cantimploras, vasos.... Acogedores a la par que tímidos, son unos anfitriones extraordinarios que demuestran el poco contacto con los extranjeros blancos. Las sonrisas amistosas y la enorme curiosidad de los unos hacia los otros son suficientes para pasar una inolvidable velada.

LOS FETICHES PROTECTORES

Pero llegó la hora de abandonar las desnudas estepas del sahel del norte y de dirigirnos hacia la capital. Las polvorientas pistas van quedando atrás y volvemos a probar la suavidad del asfalto al enlazar con la columna vertebral del país: la carretera Ouagadougou-Bobo Dioualaso. La capital, Ouagadougou, es de concepción moderna, como ocurre con la mayoría de las capitales africanas, su nombre en cambio rememora uno de los reino Mossi fundados hacia el siglo XII.

Pero los Mossi no son un simple recuerdo, sigue siendo el presente constituyendo el principal y más numeroso grupo étnico de Burkina. En la Edad Media fundaron un poderoso imperio feudal y gracias a su potente armada y a la sofisticada organización de sus reinos, los Mossi han resistido las agresiones de los grandes imperios africanos y han perpetuado sus tradiciones y sus dinastías hasta la época actual. Hoy en día sigue existiendo el emperador del reino Mossi que reside en Ouagadougou, "Moro Naba", el rey del mundo, rodeado de sus pajes, ministros y cortesanos. Animistas con un rígido sistema jerárquico, conservan todavía sus estructuras tradicionales y, a través de sus jefes, ejercen una poderosa influencia sobre la vida del país mediante audiencias rodeadas de una gran ceremonia.

Aunque sus privilegios y poderes fueron reducidos desde la colonización francesa hasta hoy, siguen ostentando una gran autoridad espiritual en todo el país. Pero del bullicio que encierra toda capital nos ponemos de nuevo en marcha y siguiendo la espina dorsal del país continuamos por la carretera que nos conduce a Bobo-Dioulaso. La segunda ciudad más importante de Burkina se encuentra en la zona más húmeda y verde del territorio pero con unas tierras insuficientemente fértiles e incapaces de alimentar a toda la población. Una situación que empeora cuando la sequía y las inundaciones se van alternando año tras año.

En Burkina las dificultades son superadas por la población y siguen mostrando un rostro afable y tranquilo. Todo visitante se deleita en las charlas con los autóctonos mientras recorre el casco antiguo surcado por un agonizante río, su gran mezquita y sobre todo su impactante mercado. El bullicio de enloquecidos comerciantes, compradores y mercancías, son el oleaje que nos arrastra de un lugar a otro en este océano de tiendas. Es el gran motor de la ciudad, el corazón que da vida a una ciudad erróneamente considerada "de paso" por los escasos visitantes. Incluso durante la noche se respira un ambiente muy festivo por las terrazas donde se puede disfrutar de la música y bailes tradicionales, lugares con un genuino sabor africano.

Junto a esta cautivante gran urbe un rosario de pequeños pueblos nos devuelve a la vida ancestral de las civilizaciones perdidas. Pueblos como Borodougou o la vigilante Koro, que escondida entre las rocas de la cima de una loma es la centinela de estas tierras. Sus arcaicos hogares pertenecen a la etnia predominante de esta zona del país, los bobos. Sus chozas se camuflan entre las piedras graníticas despedazadas por la erosión. Los distintos fetiches con los que nos vamos topando nos revela su religión animista, pasado y presente de muchos lugares de África. Son los centros de la vida sacra del poblado y los restos de la última ceremonia, sangre y plumas de las gallinas sacrificadas, son el testimonio directo de la supervivencia de estos ritos en demanda de protección a las fuerzas espirituales del más allá.

LOS REYES DE LA LAGUNA

Tras más de un mes de desierto, sahel, marismas y montañas rocosas vamos a tener un nuevo encuentro con la naturaleza africana: la jungla. Nuestros mapas señalan la "Laguna de los Hipopótamos" a tan sólo 70 km de Bobo. Toda la ruta atraviesa pistas y el final del itinerario es muy incierto, puesto que la estrecha línea que define la pista desaparece repentinamente antes de llegar al objetivo. Pero de una forma u otra estamos dispuestos a alcanzar nuestra meta, ya averiguaríamos el modo a medida que nos acercásemos. Durante 40 km seguimos una pista en buenas condiciones pero al llegar al pueblo de Satari cambiamos el rumbo y nos adentramos en una pista muy deteriorada por la época de lluvias.

A lo largo de 30 km avanzamos muy lentamente mientras intentamos sortear las zanjas y rodear las charcas que todavía perduran. Nos rodea una espesa jungla que apenas deja pasar los rayos del sol, es un túnel de vegetación hendido por la accidentada pista por la que avanzamos... hasta que se sumerge definitivamente en las marismas, es el final del camino terrestre. Cuatro cabañas que apenas se sostienen en pie y un puñado de canoas nos muestran que tan sólo los pescadores de la laguna están interesados en esta agresiva zona del país. Son ellos los que se brindan a llevarnos en sus frágiles canoas hasta donde se encuentran los hipopótamos.

El inicio del viaje es lo más duro puesto que se trata de jungla inundada con un fondo cenagoso y desde la propia canoa hay que ir apartando las ramas con las manos. Pero por fin salimos de la frondosa vegetación y por la laguna avanzamos entre nenúfares y plantas acuáticas que flotan sobre las aguas. A nuestro alrededor la jungla forma una gran corona que encierra a la laguna. Durante casi una hora buscamos la manada de hipopótamos hasta que por fin, a los lejos, vimos sus pequeñas y peculiares orejas asomar entre las aguas. Dándose un tranquilo baño nos miran con curiosidad, aunque están acostumbrados a la presencia del hombre, debemos acercarnos con precaución y sigilo pues son muy desconfiados y cuando se sienten amenazados o molestos atacan sin contemplaciones.

Pueden llegar a ser muy peligrosos volcando las embarcaciones y triturando entre sus poderosas mandíbulas a los ocupantes. Por eso los pescadores, a pesar de estar habituados a navegar junto a ellos, son muy precavidos pues en numerosas ocasiones han podido ver como de un bocado parten una canoa en dos. Por increíble que parezca, en África, el hipopótamo es el animal que más muertes humanas ha causado. Por el momento sólo se limitan a sumergirse para arrancar las plantas del fondo y de nuevo emerger a la superficie. Cuando bostezan podemos comprobar en su amplia extensión el espectacular tamaño de sus bocas con caninos e incisivos muy desarrollados, a pesar de ser esencialmente vegetarianos.

EL PAIS LOBI

De nuevo en Bobo-Dioulaso abordamos nuestro principal objetivo en Burkina: conocer el país Lobi, una de las etnias más antiguas de la zona que conservan sus más puras tradiciones y costumbres ancestrales. Desde Bobo, rumbo este, avanzamos hacia Diébougou. La carretera desaparece a los pocos kilómetros para dar paso a una pista en buen estado que nos permite avanzar rápidamente dejando tras nosotros una nube de polvo rojizo que es posible divisar en muchos kilómetros. Por ella llegamos al corazón del País Lobi y aunque el firme ya está degradado lo más largo del camino se ha recorrido en buenas condiciones.

Los lobi, desde hace mucho tiempo, viven replegados sobre sí mismos tras la amarga experiencia de ser expulsados de sus tierras por otra etnia. Cuando se asentaron por esta zona, para que no se volviese a repetir la anterior situación, fortificaron sus nuevos hogares creando un estilo muy peculiar. Sus construcciones reciben el nombre de "sukala" y son semejantes a una mini-fortaleza con paredes de barro, techo haciendo terrazas y sólo una abertura para penetrar en el interior. Esto les ha permitido guardar celosamente sus costumbres, tradiciones y la singular concepción que se hacen del mundo. No forman un poblado unido, sino que las "sukalas" distan bastante una de otras, levantadas en medio de sus propios campos el vecino más cercano se encuentra a unos cientos de metros, probable influencia de su tradición guerrera.

Nos acercamos a varias casas-fuerte y al vernos llegar, las mujeres y los niños se esconden rápidamente. No hay hombres pues durante las horas de sol se encuentran trabajando en el campo. Superada la timidez del primer momento comienzan a acercarse y se muestran muy acogedores. Rápidamente nos invitan a conocer mejor su granja y el interior de sus viviendas. Incluso las casas-fuerte más grandes parecen pequeñas ante las familias tan numerosas. Pero por pequeñas que éstas sean, siempre hay una sala repleta de fetiches que al igual que las que ponen en la entrada de sus casas, son los protectores de sus hogares, los encargados de ahuyentar a los malos espíritus.

África histórica y África mística, un recorrido que nos desvela a Burkina Faso, no como un país de paso, sino como un país estable y con entidad propia que nos cautivó. Su posición estratégica lo transforma en una excelente etapa y nos sitúa a las puertas del país Senufo en Costa de Marfil, nuestro siguiente objetivo en esta ruta de los Reinos Perdidos de África.

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.