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Crónica 12,

Jordania II - Un sueño esculpido

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Jordania

-Mira ahí delante. -Me dijo Vicente. Yo levanté la vista del mapa y vi cómo un rosario de campos de cultivo en forma de terrazas trepaban por una gran colina.

-¿Ya hemos llegado? Se me ha hecho corto. -A la vez que decía esas palabras recordé que el reino Hachemita es un país pequeño y se llega enseguida a todos lados.

-Ya hemos visto muchos oasis pero cada vez que veo uno me pasa lo mismo. Me maravillo de cómo un simple manantial puede vencer a la aridez y al abrasador calor del sol. -Prosiguió Vicente.

-Apaga un momento el motor, a ver qué se oye. -Le propuse.

En esos momentos no había tráfico y pudimos oír con claridad el fluir del agua que caía por los canales que discurrían por la colina y se repartían en los huertos. Así se nos presentó Wadi Musa, una pequeña población que se agarra al flanco de la montaña donde la tradición islámica cuenta que Moisés con su bastón abrió una fuente en una roca.

SUEÑO IMPERIAL

Aquí, como una Atlántida petrificada y tangible, se encuentra Petra, el tesoro más valioso de Jordania. Una paleta de colores rosas, amarillo, violetas, naranjas... se deslizan veteando las tortuosas paredes rocosas, como un río vertiginoso que las impregnan de vida. Según la hora del día los colores se intensifican o se mutan como si miráramos a través de un calidoscopio gigantesco. Cuando comenzamos a recorrer la estrecha grieta de altísimas paredes -la "puerta" de entrada a esta joya- el silencio es sepulcral, por la mañana temprano puedes tener la suerte de hacerlo en solitario. Avanzábamos por el Siq, el antiguo cauce del río que los nabateos desviaron para transformarlo en una puerta casi inviolable. Nos sentíamos tan diminutos que casi parecía una irreverencia hacer ruido y acabamos susurrando las palabras de admiración por tanta belleza.

Entrábamos en un valle excavado por el mar al comienzo de los tiempos, donde se refugiaron unos nómadas que vivían libremente en estas montañas y en las arenas y rocas del Wadi Rum. Eran los nabateos, que dedicados al pillaje se instalaron aquí en el s. VI a. C. y cambiaron sus hábitos transformando este laberinto de rocas en una ciudad esculpida a su imagen y semejanza: fuerte, segura y poderosa, al igual que el imperio que crearon. Pronto las caravanas que transportaban especias, mirra, incienso y piedras preciosas debían pagar un peaje para asegurarse el paso seguro por los dominios nabateos, lo cual les enriqueció enormemente y le convirtió en un reino próspero y opulento. Los romanos, tras varios intentos fallidos, consiguieron conquistarla y su presencia también es posible descubrirla a medida que avanzamos por la vía empedrada de las columnas. Tras la invasión musulmana, Petra quedó en el olvido. Los beduinos se instalaron en su interior apartados del mundo exterior del cual no querían adoptar costumbres que les hicieran olvidar y alterar su estilo de vida. Pero a finales del siglo pasado un suizo-alemán, Johan Ludwig Burckhardt, la redescubrió y comunicó su existencia al mundo exterior... y lo demás es historia.

El angosto pasillo llega a su fin, la gran grieta nos va dejando entrever la fachada imponente con su intenso color rosado del Templo del Tesoro o "Khazneh", el mayor "tesoro" de la asombrosa ciudad nabatea. Las leyendas contaban que en la urna de la fachada había un gran tesoro escondido, lo cual explica la infinidad de impactos de rifle que ha recibido intentando romperla para conseguir las riquezas que albergaba.

Y así vamos descubriendo uno tras otro sus secretos, las tumbas excavadas en la roca diseminadas por todo el amplísimo valle (más de 500) con su rica variedad de vetas multicolores, el teatro romano, las fachadas de la Tumbas Reales en el lugar donde el wadi comienza a ensancharse, recorremos la calle de las columnas, los edificios romanos, el Templo de los Leones Alados... pero no todo esta a nuestro fácil alcance.

Existen varios caminos ascendentes con escalinatas esculpidas a través de las rocas que permiten acceder a lugares como el Altar Mayor de los Sacrificios. El sol del verano hace la ascensión extenuante pero las vistas panorámicas desde arriba (entre jadeo y jadeo, tras la calurosa subida) son impresionantes. En la cima, a parte de los inevitables chiringuitos que venden agua a precios astronómicos, nos encontramos los dos obeliscos sagrados y el Altar de los Sacrificios, de donde parten pequeñas canalizaciones para que fluyese la sangre de los animales sacrificados. Tras la subida, la bajada. Nada tiene desperdicio, ningún sendero está desprovisto de "tesoros", así aparecen la fuente de León y la tumba del soldado romano.

Una nueva ascensión, esta vez no hay escalinata, es a través de un antiguo sendero cortado en la roca que conduce hasta el Monasterio, otra bella tumba real con una fachada similar a la fachada del Tesoro pero mucho más amplia.

Petra, "piedra", es un sueño esculpido en la roca, en sus entrañas se siente la fuerza de la roca y la belleza del arte. Petra, es como una piedra preciosa a la que se le sigue dando forma a partir del estado salvaje y bruto del tortuoso entorno rocoso que le protege del mundo exterior... pero el mundo exterior esta ahí y debemos reencontrarnos con él tras el sueño real de Petra.

LA RUTA DEL REY

A través de la Ruta del Rey o la carretera del Sultán -At-Tariq as-Sultani- ascenderemos hacia el norte. Una tortuosa senda zigzagueante que ha sido recorrida desde tiempos inmemoriales. Moisés solicitó permiso a Sehon, rey de los Amonitas, en su camino hacia la tierra prometida; la legendaria Reina de Saba, en su visita al reino de Salomón, pasó con sus caravanas cargadas de piedras preciosas, incienso y especias, presentes para el rey que tanto ansiaba conocer y tanto cambiará su vida...pero los únicos protagonistas todavía presentes serán los castillos de la época de las Cruzadas así como las jaimas de las tribus beduinas, que siguen con su vida nómada acompañados por sus vitales rebaños de corderos y cabras.

Un pequeño desvío y tras una curva cerrada aparece majestuoso, ocupando toda la cima de una colina, el primero de estos castillos: el de Crac de Montreal, al lado del pueblo de Shobak. Fue construido por el rey Balbuino I en el 1.115 y fue el centinela cristiano de todo este gigantesco valle hasta que cayó en manos de Saladino, la figura más relevante del Islam contra los Cruzados.

Luego surge la ciudad de Kerak, ¡ya mencionada en el Antiguo Testamento!, pero que vivió también su momento de gloria con los cruzados. Los libros de historia nos hablan de la toma de Jerusalén por los cristianos, de protecciones de conquistas, de rutas hacia el mar Muerto, de caravanas que se refugiaban en su interior, de su conquista por Saladino, ... pero ¿qué dormidos secretos nos contarían estas centenarias piedras si pudiesen hablar?

Y como estos castillos de las Cruzadas, otros muchos se dispersan por estas tierras, pero no han corrido su misma suerte ya que el tiempo y las atenciones puesta sobre ellos no han sido tan benevolentes.

Divisamos el Mar Muerto, cubierto con una intensa calima que apenas nos permite distinguirlo y el sol, en su camino hacia el horizonte, es interceptado por la bruma que anticipa su desaparición cotidiana. Estamos en el monte Nebo, al lado de Madaba, y las historias bíblicas vuelven a estar presente. El Antiguo Testamento nos indica que este es el lugar donde Moisés murió contemplando, pero sin pisar -como le pronosticó Dios-, la Tierra Prometida. Era el final del peregrinar del pueblo judío tras 40 años de vagar por el desierto. Sobre este lugar se edificó una iglesia en el s. IV, la iglesia ha desaparecido pero se conservan unos exquisitos mosaicos con escenas de caza, elaboración del vino y animales salvajes y de granja.

Nos instalamos en Madaba para trabajar. Nos sigue llamando la atención la proliferación de ciber-cafés en Jordania. Los ordenadores son caros y la juventud "navega" desde estos lugares. En uno de nuestros paseos cotidianos en busca de provisiones un joven se queda observando nuestro todo terreno pero no le damos mayor importancia. La sorpresa vino cuando recibimos un e-mail desde esa ciudad, Majdi nos anima y nos dice que se une a la Ruta de los Imperios. Como el suyo, vamos recibiendo correo electrónico de casi todos los lugares de España y ... de lugares insospechados: ¡Tierra de Fuego!, México, Venezuela, Guatemala, Francia, Italia, Islandia, Alemania, Suiza, Estados Unidos, ... Nos causan una gran alegría, nos animan a seguir en los momentos más duros y a encontrar fuerzas para escribir las crónicas en directo cuando estamos agotados.

Salimos con dos meses de retraso y por eso cogimos todos los desiertos durante el infernal verano y apenas hemos encontrado tiempo para contestar los e-mails. Ahora seguimos en una etapa muy justa de tiempo porque hemos de cruzar un montón de tumultuosas e inseguras repúblicas de la extinta Unión Soviética y llegar al Himalaya antes de que quede cerrada por las nieves. Si el invierno llegase antes que nosotros sería un gran desastre porque las nieves duran cerca de 7 meses y nos atraparían en Kirguistán o China. Esos dos factores (las "imprevisibles" y complicadas repúblicas centro-asiáticas y el invierno) son nuestra doble "Espada de Damocles", en todas las expediciones hay una ... ¡o varias!. Y en Ankara confiamos conseguir la cascada de visados que necesitamos para poder acceder a estos lugares.

Nada es sencillo en una ruta de estas características pero ... una vez que surquemos el Himalaya -¡si lo logramos!, aquí no hay nada seguro- haremos la "gran parada" para poder poner en orden todo el correo que vamos recibiendo. Desde aquí, muchas gracias a los que escribís dándonos ánimos, nos mandáis datos de vital importancia para etapas posteriores u ofrecéis vuestra ayuda para cuando pasemos por vuestros respectivos países. MUCHAS GRACIAS A TODOS.

LOS REFUGIOS DEL PLACER

Orientamos la parabólica del teléfono Inmarsat Ibérica hacia el satélite IOR (Indian Oriental), mandamos y recogemos el e-mail e iniciamos la transmisión de fotos al centro de proceso de datos de Ceuta, el texto de la crónica saldrá cuando terminemos la etapa de Jordania. Cuando tenemos un lugar tranquilo y agradable aprovechamos para transmitir las fotos, es lo que más tarda y preferimos un lugar discreto para desplegar toda la parafernalia. Transmitir el texto es rápido y lo podemos hacer prácticamente desde cualquier sitio, muchas veces desde dentro del propio coche. Transmisión efectuada con éxito. Desmontamos el cableado y cerramos el ordenador. Hemos transmitido las fotos, hemos puesto al día el diario de viaje y hemos ordenado todas las fotos digitales. Estamos listos para salir.

Rumbo Este. El desierto ralo y llano extiende su vasto manto hasta penetrar en los territorios de Arabia Saudí e Irak. Pero hace siglos que el hombre le echó un pulso y le gano varias partidas. Por su dominio inhóspito, un rosario de castillos Omeyades (s. VII y VIII) se erigen como trofeos de esos tiempos pasados, demostrándole que era posible su habitabilidad.

La carretera es bastante solitaria. Nos cruzamos con los camiones que realizan la ruta comercial hacia sus países vecinos. Aunque ahora nos encontremos con un territorio baldío e inhóspito, en la época Omeyade, los califas de Damasco, se edificaron una serie de "castillos" que servían para relajarse lejos de la vida de la gran ciudad y la rigidez religiosa impuesta desde Arabia. En ellos se dedicaban a la caza, a los baños, a las fiestas, a la poesía, a la música, ... y a las mujeres. Pero también a su alrededor se desarrollaban explotaciones agrícolas con importantes obras hidráulicas, de canalización y cisternas creando auténtico vergeles defendidos por puestos militares.

Cada uno de ellos tiene su propia historia: el Qasr al-Khananah es el único que se construyó con fines defensivos, aunque acabó convirtiéndose en un caranvanserai, hospedaje para las caravanas comerciales. En el Qusayr Amra, su belleza y originalidad residen en los frescos de sus paredes, arcos, dinteles y techos que nos descubren imágenes de mujeres desnudas saliendo del baño. Una expresión artística inédita y sorprendente, teniendo en cuenta que la representación humana, y más con mujeres desnudas, estaba prohibida para los musulmanes. Las escenas de caza o de personalidades de la época también presencian estos baños "del placer".

En Azraq, de nuevo la figura de Lawrence de Arabia acapara la atención. Este oscuro castillo basáltico -de origen nabateo, transformado en fortaleza por los romanos y reconstruido por los árabes- fue el cuartel general del oficial inglés durante el largo invierno que precedió a la revuelta árabe. Un invierno duro y gélido que le costó la vida algunos de sus soldados árabes por las rigurosas temperaturas invernales que padecieron.

-¿Qué hace allí esa barrera? -Le digo a Vicente, señalando una gran barra de hierro de color blanco que va a detener en breve nuestro avance.

-No tengo ni idea, aquí se acaba el asfalto pero mira, hay una pista que sigue hasta el Qasr el-Hallabat. -Me contestó mientras señalaba en el horizonte las ruinas del castillo que andábamos buscando.

No nos dio tiempo a seguir la conversación. Apareció el guarda y nos dijo sonriendo que nos abriría la barrera. Nos dice que han puesto la barrera porque se metían los turismos y se quedaban atascados entre las altas piedras de la pista y luego había que sacarles con un tractor. Es él el que decide qué coche pasa o no en función de las posibilidades de éxito de llegar hasta el final. Era nuestro caso, avanzamos con la reductora entre las rocas y llegamos hasta el mismísimo interior de la fortaleza.

Un montón de bloques de basalto negro y de piedras calcáreas amarillentas se amontonan en la colina. Pero ese montón de bloques y los escasos dos edificios en pie de Qasr el-Hallabat, en otra época, fueron robustos y decorativos elementos arquitectónicos que albergaron importantes civilizaciones: romanos, omeyades, bizantinos (las cruces le delatan), árabes, ... probablemente son muchas las variadas y suculentas historias que podrían contarnos también ...pero ahora no viven su mejor época y las luces del atardecer indican también el declive que precedió a sus momentos de gloria.

RESISTENCIA ÁRABE

Nos reencontramos con la carretera principal y nos orientamos hacia Jerash, la espectacular e imponente ciudad greco-romana. Los restos griegos se atribuyen al joven conquistador Alejando Magno, o al menos a uno de sus generales, Perdicas, época en la que comenzó a cobrar importancia. Pero fueron los romanos los que le dotaron de su máximo esplendor: templos, arcos de triunfo conmemorativos, hipódromo, teatros, calles porticadas, termas, ninfeos, mosaicos decorando los suelos de las villas... emperador tras emperador embellecieron la ciudad sin límites pero la época bizantina y musulmana hizo acto de presencia y sus piedras sirvieron para levantar iglesias y mezquitas por sus calles. En definitiva un derroche de arte e historia que no tiene desperdicio.

Saltamos de nuevo a otra época, a otro siglo, Jordania es así. Volvemos a la Edad Media. Veintidós kilómetros al oeste de Jerash, en Ajlun, en lo alto de una colina se erige un poderoso ejemplo de construcción defensiva islámica. El Qalat (castillo) ar-Radah. Sobre las ruinas de un monasterio, un general de Saladino (s. XII) consiguió con esta fortaleza controlar las vías de comunicación entre El Cairo y Damasco, vital en la lucha contra los Cruzados. Aunque dañado por sucesivos terremotos, desde él se domina el Valle del Jordán, oteándose los montes de Judea y los bordes del Lago Tiberiades en Galilea. Desde sus torres enviaban palomas con mensajes de castillo en castillo de una forma rápida y eficaz, un sistema que consiguieron dominar hábil y sagazmente.

Las palomas ahora vuelan a su libre antojo y nosotros, con esa misma libertad, desde un país que nos ha acogido con sana y auténtica hospitalidad y demostrada honradez, nos encaminamos hacia la patria de los Omeyades. Una tierra también fecunda en épicas batallas entre Cruzados y Árabes, donde su interior surcado por el Eúfrates y su costa bañada por el Mediterráneo fueron testigos del nacimiento de las primeras civilizaciones: Siria

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.