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Crónica 49,

Ladakh V - El espíritu del agua

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Ladakh

Una nueva página y un nuevo escalofrío. Un nuevo periódico cerrado y un nuevo pesar. Casi da miedo coger el siguiente. "¿Queréis echar un vistazo a los diarios del verano?", nos preguntó Namgyal hace cinco horas, "los tengo ahí amontonados pero igual os interesa echarles un vistazo antes de que los tire", concluye. ¿Por qué no?, nos interrogamos Marián y yo con la mirada, hace siglos que no tenemos acceso a las noticias. Hoy iba a ser un día tranquilo, habíamos llegado ayer por la noche del valle de Nubra y de cruzar por segunda vez el Kardung-La, queríamos reponernos un poco antes de partir de nuevo. Aceptamos la invitación de esa improvisada lectura informativa para ver como anduvo el mundo mientras nosotros estuvimos explorando los dominios de los dioses.

Cinco horas después de esa decisión casi nos habíamos arrepentido de ello. Las noticias de los últimos meses hunden la moral a cualquiera, el planeta sigue igual de loco pero todo lo relativo a los monzones de este año nos ponían los pelos de punta. En occidente nos llegan tan solo algunos ecos de esta tragedia anual pero aquí es un tema prioritario que aparece diariamente, se trata de vida o muerte para el presente y de prosperidad o hambruna para el futuro. Recordamos las líneas de José Gutiérrez de Ceuta cuando nos escribió el uno de junio "Ya he visto que estáis con los monzones encima y que os arriesgáis a que caiga todo el agua del mundo... ¡Ya veréis como la diosa fortuna os protege y conseguís las rutas previstas! ", o cuando el reciente cuatro de octubre nos informa y expresa su preocupación con "Ante todo, espero que las torrenciales lluvias y las colosales inundaciones de la zona de Bihar en la India no os hayan afectado mucho, porque lo que se está viendo por la televisión es verdaderamente preocupante. Confío que lo importante (el alimento y el combustible) no os falte, pues en estos casos ya se sabe que escasean. Sobre todo andad con mucho cuidado, pues estas situaciones límites incitan al robo y al pillaje." Querido compañero de viaje, las inundaciones no nos han aprisionado en la India y realmente la diosa fortuna nos ha protegido e inspirado cuando, en la última semana de junio, tras muchos estudios de la zona decidimos ir al Himalaya para no arriesgarnos a entrar durante los monzones en el sudeste asiático porque del mismo modo que podían ser suaves podían ser devastadores -ver comienzo de la crónica 39- y atraparnos ... sino algo peor y acabar con la expedición. Como bien nos pone Pepe, las situaciones límites incitan a que el hombre luche por su supervivencia y la raya entre la vida y la muerte diluye las líneas entre el bien y el mal o lo propio y lo ajeno, que en esas condiciones carece de sentido.

También recordamos las palabras de Vicente Bellés, cuando desde Barcelona recibimos su e-mail el 19 de agosto: "Estuve preocupado pues según el plan inicial teníais que pasar el sudeste asiático en pleno monzón. Afortunadamente vi que cambiasteis para ir a Sikkim. Era lo lógico." El conoce bien Vietnam y sabe lo que significa "lógico" cuando se habla de monzones en el sudeste asiático. Hay que seguir cumpliendo el famoso dicho: "Cuanto más loca es la aventura, más cuerdo ha de ser el aventurero". Era verdaderamente lógico resguardarse al amparo de la mayor cordillera del mundo y máxime cuando desde ella leemos el cataclismo de este año: 6,5 millones de damnificados en la zona de Tailandia, Vietnam, Laos y Camboya -donde se suponía que debíamos estar ahora-; cientos de muertos; evacuaciones en masa; cientos de miles de hogares arrasados; el río Mekong alcanza un nivel nunca visto y lo cubre todo; en la ciudad india de Hyderabad -donde estuvimos en abril- ahora se circula en canoa; el estado de Bihar -que bordeamos para ir a Sikkim- está anegado por las aguas; Bhutan -minúsculo país himalayo frontera con Sikkim y que acabamos de dejar atrás- ya contabilizan 160 muertos (recorte en la foto), y eso que está en el Himalaya; las inundaciones en Vietnam son las peores en los últimos 40 años; en Camboya, si el 14 de septiembre se dijo que eran las peores inundaciones en los últimos 70 años ... tan solo 4 días después, el 18 de septiembre, ya se habían convertido en las peores de su historia; tan solo en Camboya 100.000 hectáreas de arrozales han desaparecido bajo las aguas; diques que ya han cedido y presas en Tailandia a punto de reventar, la gigantesca presa de Lam Nam Oum está al 110% de su capacidad y si sigue lloviendo y llega al 150% ... se desmoronará. Leemos las declaraciones del primer ministro camboyano, Hun Sen: "He contribuido en parar los campos de matanzas, el genocidio de Pol Pot, pero me es imposible parar este desastre natural". El calendario de los monzones, importante para preparase ante esta lucha anual, tampoco fue respetado por el destino y un periódico pone "Las lluvias intensas comenzaron en julio, 45 días antes de la estación normal del monzón. Las precipitaciones provocaron desbordamientos del Mekong, que atraviesa Camboya y Vietnam hasta formar un delta".

Cada titular es una tragedia, las provincias desaparecen: "En la provincia vietnamita de Dong Thap, más de 100.000 viviendas fueron devastadas por las inundaciones. La televisión estatal mostró escenas de la destrucción en esa provincia y la de Long An, fronterizas con Camboya, donde vastos arrozales se habían transformado en lagos." Otro diario explica "El 40 por ciento de las muertes infantiles en Vietnam se produjeron en Dong Thap, donde el 95 por ciento de la provincia se encuentra bajo las aguas, destacó Dang Ngoc Loi, director del Centro local de Coordinación para el Desastre." Todas las previsiones catastróficas se van cumpliendo: "El nivel del agua en la confluencia de los ríos Mekong, Tonle Sap y un tercero en Phnom Penh podría llegar el viernes a 11,20 metros. Si llegara a los 11,50 metros, se inundaría la ciudad, dijeron las autoridades", en estos momentos la capital de Camboya, Phnom Penh, ya está inundada. Otras organizaciones de ayuda hablan de un futuro cercano pero sin demasiadas esperanzas: "Los niveles de agua llegaron a su punto más alto, pero parece que no bajarán hasta mediados de noviembre, siempre y cuando no se produzcan nuevas tormentas en las inmediaciones."

-Desde julio hasta mediados de noviembre -comento en voz alta-. Si no se alarga habrán sido cuatro meses y medio de infierno para el sudeste asiático.

-Y nosotros llegaremos sobre esas fechas, ¿no? -me pregunta Marián tras posar un periódico que daba más angustia que otra cosa.

-Sí, octubre está descartado, tras la lectura de hoy es evidente que es demasiado pronto. Ni siquiera las organizaciones internacionales se pueden mover por tierra, todos los desplazamientos los hacen con helicópteros y aviones. Tan solo ellas tienen medios y capacidad de ayuda para esta pobre gente.

-¿Os habéis enterado de lo de la pista de Manali a Leh? -Era Namgyal el que acababa de entrar súbitamente y nos interrogaba.

-No, ¿qué ha pasado?

-Se acaba de cerrar, las lluvias han provocado avalanchas que han destruido grandes tramos de la pista y ya no se puede circular por ella.

-Pero es una vía militar -le digo-, los ingenieros la abrirán de nuevo, ¿no?

-Dicen que tienen para semanas de trabajo, igual no les da ni tiempo a reabrirla antes de que lleguen las nieves y la cierren definitivamente hasta el año que viene. Vosotros habéis pasado por los pelos.

Menudo día de noticias. Lo que dejamos atrás -la India- con desbordamientos y lugares por los que avanzó nuestro Montero ahora se circula en barca, donde estamos ahora -Ladakh- con avalanchas que cierran las pistas y el futuro inmediato -sudeste asiático- arrasado por los despiadados monzones de ese año. Es mucho para un solo día, le devolvemos los periódicos a Namgyal y le damos las gracias. Seguramente le sirvan para encender diariamente la chimenea en cuanto llegue el frío. Todas esas noticias se desvanecerán en humo en unos meses y nuevas letras sobre celulosa volverán a dar noticias similares el próximo verano. Es un ciclo repetitivo que nunca tiene fin. Tierra, agua y fuego, los tres elementos de la creación siguen estando vigentes pero de una forma muy distinta al génesis de nuestro planeta. Primero se disfruta la tierra, luego se padece el agua y finalmente, todas las historias de lo ocurrido pasan por el fuego de los hogares y sus chimeneas las diluyen en la atmósfera.

-Vamos a darnos un paseo, necesito despejarme -me dice Marián mientras se levanta de la mesa y aparta la silla-. Tengo como una indigestión de malas noticias.

-Sí, mejor dejamos de leer y descansamos un poco. Necesitamos todas nuestras fuerzas para mañana, tampoco será un día fácil.

-Bueno, por lo menos tus labios ya están bien. Se ha caído la gigantesca postilla y han quedado como nuevos. Tu cabeza es la no ha quedado como nueva, ahora tiene más "personalidad" -. Lo dice con rintintín, se refiere a que si bien mis capilares craneales ya han vuelto a quedar ocultos por la piel, en la parte superior de la cabeza me han quedado alguna que otra mancha de piel más clara y que no tienen pinta que vayan a desaparecer nunca.

-Pues nada, así tengo un recuerdo "imborrable" de nuestro paseo por los cielos de Ladakh. Oye, ¿quieres que visitemos ahora los dos gompas más cercanos de la ruta de mañana? Eso nos ayudará a despejar la cabeza.

-Fenomenal, muy buena idea. Estos monasterios budistas y el afecto de sus monjes me sacan de este mundo. Es justo lo que necesito, salir un rato de este mundo.

Dicho y hecho. Volvimos a deslizarnos por los hogares terrenales que Buda ha conseguido diseminar por su feudo montañoso. Y de nuevo los riscos nos mostraban recintos sagrados como el de Spituk o el de Phyang. En este último los dos jóvenes lamas que se encargaban del monasterio nos atendieron con su amabilidad acostumbrada. Eran dos hermanos pero solo uno de ellos -Tundup- hablaba inglés y nos daba animada conversación. El mal de altura le traía de cabeza y en realidad su destino de 6 meses en Leh lo había aceptado con la resignación que sus superiores le habían impuesto. Deseaba volver al monasterio de las afueras de Delhi, su ciudad, pero en lo que todos estábamos de acuerdo era en la belleza sublime que nos rodeaba, mirásemos a donde mirásemos.

LA RUTA DE LAS CARAVANAS

El mágico emplazamiento de Leh provoca que durante unos cuantos kilómetros su aplastada silueta siga viéndose por el retrovisor o por la ventanilla cuando hay una curva cerrada hacia el sur. Y en un giro determinado, se acabó. Leh es tragada por las montañas, desaparece de la vista aunque nunca desaparecerá de nuestros corazones.

Los ríos están altos por el deshielo y en Nimmu, la unión de las verdes aguas del río Indo y las pardas del río Zanskar es todo un espectáculo. Remontando el curso del río Zanskar llegaríamos enseguida a Padum, la capital de remoto valle de Zanskar, pero nadie puede remontar ese bravo río, bueno, eso no es correcto, se puede remontar ... caminando sobre sus aguas ... cuando estas se congelan en lo más frío del invierno. Pero los nómadas que no nos consideramos capaces de superar temperaturas que 40º bajo cero para emular a Jesucristo tan solo tenemos una ruta terrestre alternativa para llegar a ese valle perdido y que supone muchos cientos de kilómetros de pistas de alta montaña. Una ruta caravanera que nos va a suponer el desafío de superar tres nuevos míticos pasos -dos de ellos superiores a los 4.000 metros-, bordear dos picos de más de 7.000 metros, deslizarnos rozando precipicios, saludar a gigantescos glaciares, nadar en mares de estupas, maravillarnos por históricos gompas, movernos por pueblos recónditos, adentrarnos por gargantas, ... Y los últimos 300 kilómetros por partida doble porque Zanskar es un callejón sin salida, se sale por donde se entra. Todo ello para llegar a Zanskar, que por increíble que parezca, es un enclave todavía más remoto que Ladakh, más inaccesible, muy pocas veces abierto, muchas veces cerrado. Cuando las nieves hacen acto de presencia, todo se cierra y si la población tiene que salir del valle no le queda más solución que esperar a que se hiele el río Zanskar y caminar por el cauce helado hasta llegar al río Indo ... para entrar en Ladakh, su hermano mayor. Era reino vasallo de Ladakh pero en la realidad era prácticamente independiente por su aislamiento.

El ensordecedor ruido de un convoy militar de 12 camiones y dos todo terrenos nos recuerdan que los vehículos militares van a ser el pan de cada kilómetro hasta que salgamos de Cachemira, y más ahora, que la ruta Manali-Leh está cerrada. Cuando se disipa la polvareda reiniciamos la marcha.

Pero si bien las pistas son un dominio militar, las montañas y la población son de dominio budista. Las casas seguían mostrando los estandartes inequívocos de sus banderolas de oración -las oriflamas- ondeando en las cuatro esquinas de sus chatos tejados. Cada casa eleva sus propias plegarias al cielo, pidiendo la tan necesaria protección, suerte, prosperidad y larga vida.

El gompa de Bazgo perdió el esplendor del cual gozó en otros tiempos, cuando fue la capital de Ladakh inferior antes de que el reino se unificara en Leh. Con sus 400 años sigue encumbrado en su tortuoso risco solitario. La mirada de la gente es directa y amistosa. Las sonrisas siguen siendo su tarjeta de visita y cuando nos cruzamos con unas ancianas que iban a trabajar al campo con su indumentaria típica y sus cestas colgadas a la espalda el encuentro nos traslada a tiempos inmemoriales. Nos paramos y les preguntamos si quedaba mucho para el gompa de Alchi. Tras hablar entre ellas y gesticular nos indicaron que estábamos muy cerca. No hablaban inglés pero eran muy participativas y con su natural desenvoltura se explicaron muy bien.

El gompa de Alchi es uno de los más antiguos de Ladakh, del s.XI, y también es conocido como el gompa de la "Rueda del Dharma", su originalidad con respecto a sus hermanos estriba en que se encuentra a ras del suelo. El hervidero de monjes yendo de un lado para otro contrasta con la soledad de los demás. Lamas rezando en el interior de las salas, novicios corriendo y jugando sin cesar, preparando la comida, girando rodillos de oración.

Para Likir nos debimos desviar de la carretera principal unos cinco kilómetros pero fue fácil encontrarlo al estar coronado con una enorme estatua dorada de Buda. También conocido como "El Espíritu del Agua", el gompa rinde honor con su nombre al poder del líquido elemento, más vigoroso que las propias montañas. Tras la obra de los monzones asiáticos nadie duda que tenga espíritu ... aunque muchas veces es demoníaco. Nuestro último alto por los templos de Buda en el Indo fue en Rizong pero para llegar a él tuvimos que caminar durante varios kilómetros cuesta arriba con todo el equipo. El tortuoso camino era un lecho de piedras a través del corazón rocoso de un desfiladero. Y tras bordear jadeando la última curva, aparece el monasterio como una cascada por la ladera interior de un embudo. Se puede estar a 10 metros y no verlo, se halla totalmente oculto, tan solo se le vislumbra si se penetra por la enjuta grieta por la que nos hemos adentrado o si se llega por arriba al mismísimo borde del pequeño círculo de rocas donde se sumerge. Escondido, solitario, sosegado, queriendo pasar desapercibido de los ojos humanos para solo dedicarse a sus sagrados quehaceres. Todo era tan silencioso que los únicos sonidos que recuerdo eran los de las risas de los novicios y los de una pareja de perdices que correteaban entre las piedras huyendo de los inesperados caminantes que aparecimos de improviso. Dieron la voz de alarma mediante estridencias agudas que eran contestadas por otras compañeras de bandada. De pronto, un estruendoso trueno invade el sendero pedregoso y comienzan a descender gruesas gotas de lluvia de las nubes grises que nos arropan. Fue tan repentino y rápido el aguacero, que apenas nos dio tiempo a llegar al arco de la estupa de la entrada. Todo transcurre en cinco minutos: primero el trueno, luego el diluvio y finalmente la desaparición del agua entre las rocas. ¡No había ni charcos!, llegamos al todo terreno secos y contentos por haber divisado aquel recóndito monasterio apartado.

ATRAPADOS EN EL TIEMPO

El permiso que nos ha concedido la Magistratura del Distrito incluye el valle de Dah, cerrado hasta hace muy poco a los extranjeros debido a la proximidad de las conflictivas zonas fronterizas. Y es un acceso realmente restrictivo puesto que a la más mínima incidencia fronteriza -y hay muchas- se prohibe el acceso. Sin ir más lejos, todo el pasado año estuvo cerrado por la guerra artillera que libraron la India y Pakistán en este lugar. Tras dos años sin dar autorizaciones -solo se puede acceder en verano- hemos tenido la suerte que la ausencia de bombardeos este año nos ha permitido entrar. Entre el río Khalatse y las tierras encajadas por los ríos Shyok -viejo amigo del valle de Nubra- e Indo -ya amigo de toda la vida- vive un pueblo conocido como los Drok-pa que, aunque su nombre sea budista, son cultural y racialmente diferentes del resto de los ladakhis. No son muchos, apenas sobrepasan las dos mil personas pero son indo-arios que permanecieron sin mezclarse con otras etnias en el transcurso de los siglos desde que abandonaron sus tierras originarias en Gilgit, antes de la propagación del Islam. Sus prácticas religiosas son conocidas como Bon-chos, manifestaciones pre-budistas muy antiguas. Y una de sus curiosas costumbres es que aborrecen las vacas y todo los productos derivados de ellas. Pero en cambio el íbex se convierte en su animal sagrado. Al paso de algunos de los poblados del valle pudimos observar algunas rocas donde el sagrado rumiante aparecía grabado. Y cuantas otras nos habremos perdido porque habrán sucumbido en el olvido o sepultadas bajos las frecuentes avalanchas que son pródigas en esta zona. Todo sigue vivo y estos territorios también siguen haciéndose día a día bajo los cálidos rayos de sol del verano y la furia de las ventiscas del invierno. No me extraña que le llamen la tierra de los interminables hallazgos.

El desfiladero serpentea por imponentes montañas coronadas de nieve. Al fondo de la cual corre el Indo en forma de un torrente flanqueado por unas paredes tan escarpadas en algunos tramos que a duras penas cualquier ser humano podría trepar por ellas. Probablemente un íbex se habría encaramado sin dificultad por tan inestable terreno.

La montaña rusa natural por la cual culebreamos nos muestra la riqueza de este valle perdido y cuando llegamos a la población de Dah, un control militar nos inspecciona el permiso y un oficial nos indica que si queremos podemos seguir unos pocos kilómetros más pero que tendremos que regresar por donde hemos venido, estamos ya demasiado cerca de la frontera en armas y tan solo los militares tienen acceso, hasta los propios indios no residentes en la zona necesitan un permiso para seguir avanzando. Es el momento de regresar a Khalsi para dirigirnos al gompa de Lamayuru.

EL LUGAR DE LA LIBERTAD

Ni en los mapas que tenemos ni en los libros figuraba que hubiese nada especial entre Khalsi y Lamayuru pero ya creo que lo había. La pista antigua pasaba por la base del valle, junto al río, pero la estrechez -que imposibilitaba el cruce de vehículos en esta vía de tráfico continuo- así como los incesantes cortes debido a las crecidas del río y a las avalanchas había creado la necesidad de la construcción de una nueva vía para unir Khalsi con Lamayuru y proseguir posteriormente por la ruta habitual hasta Kargil.

La nueva ruta -abierta recientemente a juzgar por su estado y el encuentro continuo con grupos de trabajadores con pala y pico en ristre- es más ancha y transcurre a media ladera, lo que la hace menos sensible a los cortes por desprendimientos y anula por completo la acción erosiva del torrente que discurre por la base. Pero la ascensión ... la ascensión es un entramado inimaginable, una escalada vertical a base de un paranoico zigzag de curvas y rizos espeluznantes y sobrecogedores. La anchura permitía el cruce con otros vehículos en los tramos rectos pero no así en las curvas, los que ascienden -en este caso nosotros- tenemos que pararnos al borde del precipicio para permitir pasar a los que descienden. Cuando habíamos ascendido un largo trecho nos encontramos con el primer convoy militar, lo pasamos tan mal -en las curvas casi nos rozaban porque no les da el ángulo de giro y somos conscientes que un simple toque de esos mastodontes nos tiraría pendiente abajo- que ya no hubo segunda vez, en cuanto veíamos uno dejábamos caer el todo terreno marcha atrás hasta alcanzar un tramo recto que permitiese su paso sin jugarnos la vida por un giro mal dado o un despiste del conductor de alguno de esos titanes de metal kaki. Pero una vez arriba y admirando el paisaje que nos rodea, esos dinosaurios mecánicos que bajaban por los rizos se asemejaban a hormigas correteando por un hormiguero. La llegada a Lamayuru no podía haber sido más teatral.

El gompa pertenece a la orden de los kagyupa, otra de las muchas órdenes que existen dentro del budismo, una religión que es muchísimo más compleja de lo que parece y que desgraciadamente no podemos explicar porque sería demasiado extenso. Pero Lamayuru es también el gompa más antiguo de los que se conocen en Ladakh, remontándose su construcción al s.X. Su antiguo nombre era "Lugar de la Libertad" pues hace mucho tiempo se daba asilo hasta a los criminales que pedían cobijo, pero dicha costumbre ha dejado de practicarse. El monasterio es un precioso nido de águilas que se eleva sobre las colinas circundantes con un porte distinguido sin igual.

A Lamayuru le sigue el paso Fatu-La con sus 4.147 metros, el de Namika-La con sus 3.760 metros y Mulbek, un faro budista. Los fieles, en peregrinación santa o como viajeros ocasionales, acuden sin cesar a venerar este gigantesco Buda de 8 metros, que labrado en una gran roca hace 700 años se yergue con sus cuatro brazos y un rostro imperturbable que escudriña el futuro ... puesto que se trata de Maitreya, el Buda del Futuro.

Nos vamos acercando a Kargil, famosa internacionalmente por la última e inútil guerra indo-pakistaní que transcurrió hace un año y que se llamó "la guerra de los altos de Kargil". Los poblados comienzan a estar dominados por las mezquitas y sus minaretes. Las barbas pueblan las caras de los hombres que con sus chaluar camise al estilo pakistaní pululan por las calles. Y también el mundo femenino ha dado un súbito giro, hay muy pocas mujeres, todas cubiertas y con andares y miradas esquivas y desconfiadas. A partir de ahora comienza el territorio dominado por los musulmanes, su religión, sus costumbres, sus pueblos.

Cuando llegamos a Kargil nos encontramos con un villorrio horrible y destartalado del cual intentaremos salir lo más rápidamente posible. Si siguiésemos hacia el oeste nos adentraríamos en la cachemira musulmana allí donde el terrorismo, las represalias, la guerra, los toques de queda, la sangre y las lágrimas se funden para crear una vergonzosa espiral de violencia. No sólo nadie ha sido capaz de detenerlo en los más de 50 años que dura el conflicto sino que en los últimos 10 años se ha transformado en un infierno de muerte y llantos. Tendremos que ir hacia el oeste y pasar por Srinagar pero todavía no es el momento, ahora tenemos que adentrarnos en el último valle ladakhi y Kargil es la única puerta de Zanskar.

Resto de crónicas de la ruta

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.