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Crónica 24,

Uzbekistán y Kazajastán - Los tesoros de la ruta de la seda

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Uzbekistán

-Problem, problem !! -Nos dice el aduanero turkmen tras un minuto examinando los papeles del coche. Les encanta esa palabra tanto como a nosotros nos irrita. Mal empezamos.

-¿Qué pasa? -Le pregunto con aire de ingenuidad, aunque ya sabíamos por donde iba. El permiso de circulación turkmen de nuestro todo terreno ponía que saldríamos por Konye Urgench (más al norte) pero estábamos intentando salir por Tashauz. En la aduana de Baridjan no supieron decirnos qué fronteras estaban abiertas a los extranjeros pero lo que sí nos aseguraron fue que, si estaba abierta, podríamos salir por una frontera "anterior" a la que figura en el permiso de circulación, que no tendríamos problemas en ese aspecto. (Lo dijo muy clarito: "No problem". ¡Cómo nos gusta ese "no" ahí delante!). Por eso pusimos la más alejada, así teníamos más puntos donde elegir si en alguno nos echaban para atrás. Pero también sabíamos que aquí se agarran a un clavo ardiendo con tal de sacar tajada.

-No pueden salir por aquí, tienen que ir a Konye Urgench. -Nos dijo en un inglés dubitativo, sabiendo que era una paliza ir hasta allí ahora.

-En la aduana de Baridjan nos dijeron que siempre que estuviésemos dentro de la ruta marcada podíamos salir por donde quisiésemos. -Le contesto.

-Se equivocan. Hay que salir por la frontera marcada. -Prosigue el funcionario turkmen. No nos podemos plantar ni exigir legalidad en estos países, hay que ser muy suave y seguir el juego aunque sepamos que lo que cuentan es mentira. Como un aduanero se cierre en banda, esa aduana no la cruza ni San Pedro.

Ahora comienza la partida. Primero te ponen el problema ellos mismos y luego empezarán dando "soluciones". Nos obliga a seguirlo a su despacho, donde nos quedamos los tres a solas. Allí no se anda con rodeos.

-Money, money ! Twenty dolars and no problem! -Exclamó, al tiempo que hacía el gesto internacionalmente conocido de frotarse los dedos pulgar e índice para indicar dinero, dinero. Vaya con los aduaneros, no se cortan ni un pelo, parece que en estos países la tarifa extraoficial de los veinte dólares (3.200 pts.) es una fijación. Con la mejor de nuestras sonrisas y con gestos de sorprendidos, le decimos que no tenemos dinero en efectivo, que necesitamos un banco para poder conseguir dinero. Pero no se baja del burro. Y la misma cantinela. Sacamos la tarjeta de crédito, los traveller checks y algunos billetes de 1.000 pts. y le hacemos comprender que viajamos con eso. No le hace gracia, frunce el ceño. Es nuestro turno de "ofrecer soluciones". Le sonreímos de nuevo y le hacemos el signo de esperar un momento. Volvemos a los 30 segundos con "gadgets" de promoción de los patrocinadores: un par de bolígrafos, un portaminas, unos juegos para niños, pegatinas y unos pins. Para él, para su mujer, para sus niños, ...le íbamos diciendo. ¡Le gustaron las cosas! Cambia de cara, nos sonríe .

-OK ! -Nos dice. La partida ha terminado. Sella todo y dice que nos levanten la barrera. El coche ni lo miran, van a lo que van.

Y ahora ... los aduaneros uzbekos. Los de peor fama de toda Asia Central pero la suerte nos sonríe. Es una frontera muy pequeña y todo resultó fácil y rápido. Mientras yo le mostraba los papeles del coche a uno de los aduaneros, Marián se encargaba de los pasaportes con otro funcionario que al final le quería hacer entender que quería una propina por escribir los nombres en el libro de registro. Pero Marián se hacía la ingenua y le dijo que si no hablaba inglés no entendía que quería decir. No siguieron insistiendo, todos eran muy jóvenes e "inexpertos". No hubo más sangría ni intentos de chantaje por esta vez. Ya estamos en Uzbekistán.

UN NIDO DE BANDIDOS

El desierto de Kara-Kum, el río Amu Darya y los campos de algodón no necesitan visados ni entienden de fronteras. Todos ellos extienden su presencia a ambos lados, sin distinguir banderas ni uniformes.

La estética de las poblaciones que vamos cruzando dirigiéndonos hacia Khiva siguen la misma pauta soviética de siempre: impersonales, frías y sin interés. Pero Khiva ... es distinta. Es historia, es belleza, es magia.

Llegamos a Khiva, nos adentramos por el bazar y seguimos la marea humana que se mueve por los callejones como las aguas de un estuario. Vendedores y compradores se mezclan entre sí. Cada callejón o ramal tiene su especialidad: ferretería, alfombras, verduras, frutas, hierbas aromáticas, utensilios de cocina... columnas de humo procedentes de los puestos de pinchitos nos señalan la hora de la comida. La gente es seria, distante, los niños asfixiantes y por fin dejamos atrás el bullicio para adentrarnos en el casco antiguo de Khiva.

Unas enorme murallas envuelven a la ciudad. Cuatro puertas de entrada permiten el acceso. La puerta del Este, la Saraïbazar Darvaza nos adentra por las calles de tierra batida, nos encontramos sumergidos en un enorme museo al aire libre. No tiene nada que ver con la vida que a las afueras de sus murallas se desarrolla. Todo está demasiado limpio, demasiado ordenado, cada cosa en su sitio, no existe el bullicio... en los años 70 y 80 los soviéticos llevaron a cabo un plan de restauración de la vieja ciudad y la dejaron "a estrenar". Un trabajo muy bien realizado, una obra de arte realmente remarcable porque dejaron el "sabor" y las "sensaciones" del pasado.

El Antiguo Testamento nos aporta una historia sobre sus orígenes. Sem, uno de los hijos de Noé, vagando con su tribu por el desierto descubrió un pozo de agua potable y ahí nació la ciudad de Khiva. Pero con el tiempo se transformó en un nido de contrabandistas que atacaban a las caravanas que recorrían la Ruta de la Seda. Era un lugar apartado, aislado y mientras la imperial Konye-Urgench era el corazón del imperio Khorems, Khiva no era nada. Fue a partir del s.XVII cuando se enriqueció gracias al comercio de esclavos, principalmente rusos (¡Qué vueltas da la vida!). Los relatos que viajeros de la época como el húngaro Arminius Vambéry (s.XIX) o el capitán ruso Nikolai Muraviev (s.XIX) son espeluznantes. Pues las leyes que impartía el khan que gobernaba Khiva estaban basadas en el terror. Era un mundo aparte, un infierno terrenal.

Nos movemos entre los destellantes brillos turquesas y esmeraldas de los azulejos y el pardo mate del adobe, los muros son como fragmentos de desierto solidificado y los minaretes y cúpulas partículas de cielo que se posaron en Khiva. Asciendo por los 118 prominentes escalones del angosto minarete de Islom-Huja (1.920) que con sus 45 metros es el más alto de todos los que descrestan en la ciudad. Desde este particular cielo de Khiva contemplo la ciudad antigua con mezquitas como la Juma con sus 218 columnas de madera labrada, medersas como la de Sherghozi Khan (s.XVIII) construida por los esclavos que asesinaron a dicho khan, mausoleos de santos y profetas, palacios con harenes como el de Tosh-Khovli... edificios coronados con cúpulas centelleantes y espléndidos minaretes al más puro y hermoso estilo persa. Levanto la vista, miro el horizonte por encima del cordón verde del oasis... de nuevo la nada, el imperturbable vacío, la angustiosa soledad, la llanura de la muerte ... el desierto de Kara-Kum. Sus arenas son como un ente agazapado que sitia la ciudad desde ... desde que nació, un espejismo cruel que la mantuvo aislada del resto del mundo... martirizándola ... y protegiéndola. Una historia de amor y odio.

EN EL SENO DEL DESIERTO

Pero el desierto seguía ahí fuera, paciente, esperando, como lo ha hecho a lo largo de miles de años. Salimos del gran escenario de esta "Florencia de Oriente", cruzamos el Amu Darya -la única espada que ha penetrado en las carnes del Kara Kum- y comenzamos a filtrarnos en su despótico imperio.

Las poblaciones van desapareciendo como lo hace la vegetación y todo rastro posible de vida. Después de muchos kilómetros recorridos, el horizonte tiene un punto que rompe su perfección. El punto va creciendo a medida que nos acercamos hasta convertirse en una "chaijana", casa de té. Las chaijana son una institución y su presencia en esta parte remota del mundo es tan imprescindible como el aire que respiran. Es donde se reúnen viejos y jóvenes a conversar bebiendo una tras otra las tazas de té verde sobre las alfombras de la takhta. Allí el tiempo no pasa.

Isaac, un kazak, regenta este lugar en medio de la nada. Uno de sus hijos aviva el fuego de las brasas del carbón sobre las que se están cocinando los pinchos de cordero que hemos pedido. Un rústico horno de leña va cociendo nuestras dos tortas de pan. Estamos sentados en el suelo de una especie de plataforma de madera cubierta de una alfombra, en el centro hay una pequeña mesa baja rectangular, estamos en una "takhta".

Nos traen el té en unos pequeños cuencos semiesféricos de porcelana, Isaac se sienta a nuestro lado y charlamos con el idioma internacional del dibu-inglés, un poquito de inglés ... y el resto se dibuja. Él, su mujer y sus seis hijos hace mucho que dejaron su tierra natal, Kazajstán, y el espíritu nómada que de todos los kazaks llevan en la sangre les trajo a estas arenas y ese mismo espíritu le ha hecho levantar una yurta de cuero junto a su chaijana de madera. Llegan las brochetas, el pan recién hecho y una nueva tetera de té verde. Levantamos la vista y el firmamento está totalmente perforado por el pequeño brillo de infinitas estrellas. Nos sentimos bien. Iniciamos la cena con la luz de las velas y los juguetones movimientos del centelleo de las brasas nos captura la vista. Los demás viajeros que se han parado en la chaijana van haciendo sus pedidos. Todo respira paz. Su local nos evoca los viejos caravanserais donde los viajeros hacían alto para comer y dormir en sus largos trayectos por la ruta de la Seda.

El té nos reconforta, las noches del desierto en otoño comienzan a ser frías. Recordamos el asfixiante y bochornoso calor que pasamos cuando recorrimos los desiertos del norte de África el pasado verano. Isaac quiere que nos quedemos pero no puede ser, a veces no somos dueños de nuestro destino y hemos de tomar decisiones contrarias a las que nos pide el corazón. El visado es demasiado corto y antes de pernoctar tenemos que avanzar otros 200 km. para situarnos en las puertas de Bukhara.

También hay otro factor decisivo, tenemos que hacer otro enlace satélite para recoger el e-mail, ¡estamos esperando un mensaje importantísimo! En Asia Central estamos con los nervios de punta cada vez que desplegamos el sistema de comunicaciones, hay tanta arbitrariedad y abuso de poder que no sabemos lo que podría pasar si ven todo el equipo desplegado. El desierto es el lugar perfecto para comunicar. Mañana entramos en áreas pobladas y el Kara-Kum es nuestra última oportunidad "solitaria".

Isaac insiste en que nos quedemos, nos dice que no es prudente meterse de noche en la carretera. "No good people dessert night", nos dice. "No hay buena gente por la noche en el desierto" intentaba decirnos. Lo sabemos, viajar de noche es lo peor que se puede hacer en esta parte del mundo, y más en un desierto, donde no hay control de ningún tipo. El encuentro con bandidos es una lotería y a muy poca gente le toca la lotería. ¡Mucha casualidad sería coger justo nosotros el "premio"! La verdad es que nos preocupa más la corrupción de la policía y las mafias que los propios bandidos. Siempre que hemos entrado en zonas de bandidos la población nos da una información muy detallada, prácticamente actualizada al minuto y cuando somos sus huéspedes nos arropan de todo. Pero ... ¿quién se puede proteger de la policía? El sentimiento de indefensión es total.

Nos despedimos de él, de toda su familia y de los otros clientes, que también se apuntaron al estrechamiento de manos. "Be careful", fueron las últimas palabras que oímos de Issac. No te preocupes, lo tendremos, le contestamos mentalmente.

La carretera está hecha polvo y no podemos correr mucho. Avanzamos 180 kilómetros, han pasado casi cuatro horas. Ningún incidente. Es hora de parar, encendemos los cuatro faros auxiliares del coche para tener visión periférica de lo que tenemos delante. Es el momento de los nervios. Tenemos que ser rápidos, no tenemos que señalar nuestra posición. Los faros en movimiento no son un problema, a fin de cuentas es una carretera y puede ser cualquiera, pero los faros parados es lo que nos delataría si alguien "vigila" el desierto. Buscamos una hondonada en el terreno para escondernos y montar campamento, nuestro campamento nómada. La noche está cerrada y el Kara-Kum nos invita maliciosamente a pernoctar en su lecho. Nunca antes ha hecho mejor justicia a su nombre el Desierto de las Arenas Negras (Kara-Kum) como en esta fría y solitaria noche.

-Allí hay una depresión. -Me dice Marián, que escudriñaba el lado derecho.

-¿Se puede entrar en ella sin problemas? -Le pregunto, yo no podía mirar mucho, estaba esquivando lenguas de arena que se habían metido en la carretera.

-Yo creo que sí. Veo dos dunas entre las cuales podríamos adentrarnos. -Me contesta rápidamente.

-Ya lo veo. Sí, por ahí nos podemos meter, la arena parece dura. -Engrano la tracción 4x4 sin detenerme, paso a tercera y me adentro en la arena. Un poco tenso porque no sabíamos la consistencia de la arena pero ... ¡era perfecta! Avanzamos sin problemas hasta llegar a la depresión y nada más entrar apagamos todas las luces. Ahora somos indetectables. El morro lo hemos dejado enfilado hacia la dirección de donde provenimos, una precaución por si hay que salir "por patas".

Nos movemos rápido para realizar la conexión. Marián se encarga de montar y orientar el teléfono Inmarsat Ibérica hacia el satélite IOR (Indian Oriental) y yo voy configurando el ordenador dentro del coche, para que el resplandor de la pantalla no nos delate. Recepción 100 %, ¡estupendo! Conectamos el cable al puerto auxiliar. Doble clic en el icono "Conexión Ceuta", password introducido, clic en conectar, el display del teléfono marca velocidad de 9600 ¡estupendo!. Un minuto y medio de reconocimiento mutuo entre ordenadores y ...¡estamos conectados! Click en "Enviar y recibir", las pantallas van saltando rápidamente: conectando, búsqueda de host, conectado, recibiendo mensaje 1 de 10, recibiendo mensaje ... ¿Estará ahí lo que estamos esperando desde hace tiempo?

-Sí, ahí está. ¡Un mensaje de CATAI TOURS! ¡Es Jesús! ¡Ojalá lo haya conseguido! -Le digo a Marián, sin ocultar la excitación y ... cruzando los dedos mentalmente. El corazón palpitaba loco. El mensaje 2 está entrando pero no podemos esperar a que entren todos para leer el texto de éste. Desplazamos la ventana que indica el status de la recepción para poder acceder al texto.

Lo leemos a la vez:

HOLA VICENTE Y MARIÁN !

ESPERO QUE ESTÉIS PASANDO UN OTOÑO DELICIOSO EN ASIA CENTRAL. HOY ME HA LLEGADO UN MENSAJE DE INDUS GUIDES /PAKISTAN INFORMANDO QUE YA TENÉIS ARREGLADA LA ENTRADA A TRAVÉS DEL TORUGAR PASS, A CHINA. ESPERO QUE TODO VAYA SOBRE "RUEDAS". ESTUVE ...

-¡Lo tenemos! ¡Jesús lo ha conseguido! -Fue realmente un gran momento. Nos abrazamos de alegría. Hasta este mismo instante teníamos una espada de Damocles (¡otra más!) sobre nuestras cabezas: la entrada a China. Estábamos en un callejón sin salida avanzando por Asia Central hacia China sin esa confirmación. Los trámites de entrada con vehículo a ese país son muy complicados, lentos y de resultado imprevisible. Si la autorización no hubiese llegado a tiempo o nos hubiesen denegado la entrada ... ¡nos habríamos quedado atascados en Kirguistán sin posibilidad de seguir avanzando! La única solución hubiese sido rehacer toda la ruta hasta Irán, de nuevo un montón de visados, de fronteras, de pesadillas, de ... ¡Pero teníamos vía libre! En mitad de las arenas del Kara-Kum un satélite al que llamamos "nuestra buena estrella" nos ha dado la buena nueva.

La ventana del status desaparece. La recepción ha terminado. Nos "desenganchamos" del ordenador del Centro de Proceso de Datos de Ceuta. Ni siquiera recogemos el equipo, queremos leer los demás mensajes primero.

Fue una buena noche, nos dormimos con la sonrisa esbozada en nuestros rostros. Mañana entraríamos en Bukhara, el "Pilar del Islam".

EL PILAR DEL ISLAM

Avanzamos por Bukhara, todo está tranquilo. Nos detenemos delante de 1.000 años de historia: la fortaleza del Ark, impresionante. Penetramos entre sus muros a través de su espectacular puerta y ascendemos a las almenas más altas. A nuestros pies, toda la ciudad antigua con su manto de color tierra, desde ella emergen minaretes y brotan domos recubiertos de azulejos, como enormes burbujas a punto de estallar. Rendimos homenaje a su glorioso pasado: llegó a contar con más de 100 medersas (por las que pasaron más de 10.000 estudiantes) y sus mezquitas, como brotes en primavera, iban floreciendo por cada rincón. Por sus prestigiosos bazares pasaron comerciantes de todo los rincones y sus numerosos caravanserais abrigaron a miles y miles de comerciantes y viajeros. El s.X fue la época de su máximo esplendor, un alto ineludible en la Ruta de la Seda. Su biblioteca real contenía más de 45.000 volúmenes y con la enciclopedia de medicina escrita por Avicenas, Bukhara se convirtió en la capital intelectual de Oriente... pero llegó Genghis Khan y acabó con todo su esplendor, tras él tan solo quedaron campos de cadáveres y escombros. Durante trescientos años perdió su función de villa santa y sus habitantes fueron menospreciados por su fanatismo y mentiras. Sus aguas estaban corrompidas y expelían un horrible hedor...

Su historia continúa escribiéndose durante siglos con renacimientos y conquistas y ahora a finales del s. XX nos reencontramos con ella. El mausoleo de Ismail Samani (s.X) uno de los más antiguos monumentos del mundo a la memoria de una personalidad musulmana o el minarete Kalan (el segundo más alto de Asia Central tras el minarete de Konye-Urgench en Turkmenistán) y ante el cual, Genghis Khan quedo tan asombrado que fue una de las escasas construcciones que no destruyó en su delirio. Decenas de edificios históricos entre medersas, mezquitas y mausoleos representan uno de los mayores centros arquitectónicos y de culto al Islam mejor preservados del mundo.

LA ESTRELLA BRILLANTE DEL ESTE

Y por fin llegamos a la joya de la corona del reino de Tamerlán, al tesoro de Asia, a la perla de Ruta de la Seda: ¡ SAMARKANDA ! El propio Alejandro Magno llegó a conocerla y cuando la conquistó dijo que era aun más bella de lo que había imaginado. Turcos, árabes, persas, selyúcidas, ... todos la admiraron pero llegó ... Genghis Khan y literalmente la borró del mapa en 1220. Pero la historia de Samarkanda se refleja como antes de Tamerlán y después de Tamerlán. Tamerlán fue el rey que la hizo resurgir de sus cenizas en 1.370, el que la embelleció y mimó hasta límites insospechados, el que la convirtió en la capital de su reino y la transformó de nuevo en una de las más bellas metrópolis de cuantas existían en el mundo. Durante los siglos venideros su nieto Ulughbek y el Uzbek Shaybanids continuaron su labor. "La estrella brillante del Este" seguiría deslumbrando sin apagarse. El español Ruy González de Clavijo, en 1.403, realiza la más detallada descripción de la Samarkanda de Tamerlán, un informe que entregó al rey Enrique III de Castilla y que dando todo tipo de detalles la reflejaba como una belleza inalcanzable.

Aunque en Bukhara hay más edificios históricos, los de Samarkanda son más impactantes. Su plaza del Registán es su tarjeta de visita. Cuando llegamos a ella decenas de niños y niñas bailaban al son de música uzbeka. Por lo visto preparaban un festival para celebrar un acontecimiento que no hubo manera de entender. Entre que solo hablaban ruso y uzbeko, por mucho que se esforzaban y nos esforzábamos no había manera de entenderlos. Tan sólo podíamos comprobar como el director perdía elegantemente la paciencia (con razón) meciéndose el pelo, cuando las decenas de niños de entre 4 y 12 años iban cada uno por su lado. Tras una hora, y muy diplomáticamente, les daba las "spasiba" (gracias en ruso) y les emplazaba para otro día. Pero el escenario sí era perfecto y no podía reprochársele nada. Las medersas de Ulughbek (el nieto astrónomo de Tamerlán que creó una de las mayores universidades islámicas), la medersa Tilla-Kari (que significa Dorada) y la medersa de Chir Dor (del Tigre) se encuentran frente a frente compitiendo en belleza.

Y más allá del Registán: librerías, centro de astronomía, bazares, mausoleos, mezquitas, minaretes, ... todo construido en proporciones monumentales y recubiertos con los azulejos persas de una riqueza de colorido fascinante. Cuando te colocas delante de una de sus impresionantes mezquitas o medersas, custodiadas en sus porticadas entradas por sus refinados minaretes es realmente de una belleza cautivadora.

Pero Tamerlán no era inmortal y tras participar en muchas de las campañas que aumentaron su imperio, murió en el transcurso de una de ellas: intentaba la conquista de China. Fue enterrado en un mausoleo construido por uno de sus nietos, donde también se encuentra descansando junto a Ulughbek (su nieto astrónomo). El mausoleo de Guri Amir "la tumba del soberano", tiene un impresionante domo en forma de gajos de naranja que alcanza su máxima belleza cuando el sol llega a su cenit.

La leyenda cuenta que Tamerlán lanzó una premonición antes de morir: "Si intentan sacarme de mi tumba, la tierra temblará". En el año 1941 (cinco siglos después) la noche del 22 de junio entró en su cripta un antropólogo, Mijail Guerasimov, para exhumar el cuerpo de Tamerlán. Al poco un sirviente entró corriendo gritando que Minsk y Kiev eran bombardeadas y que el ejército de Hitler invadía Rusia. Realmente tuvieron que ponérsele los pelos de punta porque Hitler estaba haciendo temblar a la tierra.

Y fue en este bello y enigmático enclave donde desplegamos la bandera de Ceuta y ante el mausoleo de los creadores de la mítica Samarkanda brindamos un homenaje a nuestra tierra y a nuestra gente. La bandera del Explorer's Club de Nueva York también presenció el momento, éste era el segundo de los objetivos marcados.

Samarkanda fue una ciudad mágica y sus hermosos edificios siguen evocando pasajes de las Mil y una Noches pero está rodeada de una ciudad moderna que en 1924 inventaron los soviéticos, por ello preferimos seguir hechizados por la magia de su pasado glorioso y marcharnos hacia nuevos horizontes.

¡Tampoco tenemos mucha elección! Nuestro visado se termina en unas horas y no queremos ni pensar que pasaría si no llegamos a tiempo. Ya nos intentan extorsionar cuando todo está en regla así que si tienen algo legal donde agarrarse ... ¡mejor ni pensarlo! Los viajeros individuales somos los "proscritos" para todos esos países y nos intentan desanimar dando unos visados realmente patéticos pero ... no desaniman a todos. En Uzbekistán hemos seguido con la táctica del "no me entero", de nunca mostrar que tenemos prisa y de enseñar las pesetas cada vez que nos intentaban sacar algo y ha seguido funcionando.

Pero nunca hay nada sencillo en estos países. ¡No había gasoil en todo Samarkanda! y ya llevábamos 50 kilómetros con la reserva. Una hora tardamos en conseguirlo y fue gracias a la amabilidad de los responsables de una empresa de autobuses que nos permitió repostar en los surtidores de las cocheras privadas. Y además, muy honrados, al precio oficial. ¡Una hora menos para alcanzar la frontera! No ganamos para sustos.

Muchos controles en los ciento y pico kilómetros que nos separan de la frontera. Todos con barrera pero todos "legales", comprueban la documentación, son amables, ¡hasta sonríen!, nos preguntan de dónde somos, ... Todo va bien pero cada control son de 10 a 15 minutos.

Once de la noche. ¡Lo hemos conseguido! Llegamos a la frontera. Tan solo nos ha sobrado una hora. Respiramos aliviados pero todavía nos tiembla el pulso. Hemos gozado de la belleza y misterio de los tres tesoros de la Ruta de la Seda y esa nueva bandera que vemos ondeando en el otro lado significa que nos dirigimos a las estepas de Kazajstán. Un cambio radical.

EL SILENCIO DE LA ESTEPA

Siempre evitamos cruzar una frontera por la noche pero hoy es una excepción, el corto visado uzbeko ha hecho que tengamos que aprovechar hasta la última hora. La aduana está cerrada -cierran a las 9- pero eso no nos importa porque lo importante era estar ahí antes de las 12 de la noche y lo habíamos conseguido. Si tenemos que dormir ahí ... dormimos y arreglado. Pero estamos de suerte. Un joven oficial nos dice que si los kazaks nos dejan pasar a estas horas por ellos no hay inconveniente. Vamos todos juntos a la barrera de Kazajstán, el oficial de este nuevo país abre los ojos en grande cuando ve que el pasaporte era español y esboza una sonrisa. Ve que el visado está en regla y cotillea todos los demás para hacerse una idea de la ruta. Sonríe de nuevo: "Long trip, no problem, welcome to Kazajstán", nos dice dando los pasaportes al oficial uzbeko.

Entramos de nuevo en Uzbekistán con el oficial uzbeko. Nos conduce a un pequeño despacho, a solas. Nos temíamos el número de la salida de Turkmenistán... ¡pero no!, sólo se limita a comprobar el visado e inscribir nuestros datos en el libro de registro. Los nervios se relajan un poco, pero no hay que cantar victoria. Ahora quiere ver el coche. Abrimos el portón trasero, examina algunas cajas. Sigue con el resto del coche y tras mirar el reloj, indica que cerremos las puertas y que podemos marcharnos. ¡Libres!

Pero ahora viene los kazaks. El reloj debemos adelantarlo dos horas con lo cual ya no son las once y media, de pronto nos encontramos con la una y media de la madrugada. El papeleo comienza de nuevo. Un oficial con una chaqueta de cuero negro, muy serio pero muy correcto, nos indica en un inglés básico que debemos hacer y que cuando pasemos por el último despacho podemos marcharnos. Cuando acabamos uno de los policías de aduana, nos dice que debemos pagar una tasa en dólares. Ya empezamos. Nos hacemos los tontos, decimos "no dollar in Spain", los otros soldados nos miran, sonríen y siguen a lo suyo. Les decimos adiós e intentamos salir pero el soldado sigue insistiendo y ahora saca una calculadora para indicar la cantidad que hay que pagar en... ¡EUROS! Alucinamos, nosotros tan solo sabemos el cambio aproximado del euro y aquí, en esta remota frontera, tienen el cambio exacto y ya cotiza. "¡European money, give!" nos dice señalando el nuevo número en la calculadora. De pronto se abre la puerta y entra el oficial de la cazadora de cuero y le ve con la calculadora. Se sorprende al vernos porque el funcionario del último despacho le dijo que los extranjeros ya habían terminado. Se dirige a la mesa y comprende lo que pasa. Le da un manotazo a la calculadora, grita al soldado y acto seguido se vuelve a nosotros pidiéndonos disculpas e indicándonos que nos podemos marchar. ¡Un policía honrado! Tenemos un protector. No podíamos creérnoslo y sin pensárnoslo dos veces cogemos el coche, estrechamos su mano, le damos las gracias y nos marchamos. En la barrera otro soldado comienza con la misma historia de dólares, de tangas (la moneda kazaks) y el oficial que aparece de nuevo y abre el mismo la barrera, dedicándole una mirada inquisidora al soldado en cuestión. Esto es de locos, para acabar con los nervios de cualquiera.

Por fin al otro lado, las tres de la madrugada y sin saber a dónde dirigirnos. Estamos que nos caemos de sueño. Comenzamos a avanzar y por el camino encontramos una "chaijana", casa del té. Recordamos a nuestro amigo Isaac, el kazak del desierto y paramos para comprobar si su acogedor recibimiento se repetiría en su propia tierra. En efecto, la dueña del local se lamenta que la cocina ya esté cerrada pero nos permite acampar en el recinto exterior junto a su local.

LA TIERRA DE LOS HOMBRES LIBRES

Kazajstán es la república ex-soviética más grande de todas. La cuarta potencia nuclear del mundo en cuanto a misiles atómicos emplazados en su vasto territorio. Los físicos nucleares encontraron en esta infinita y estéril tierra un laboratorio perfecto para sus pruebas nucleares. Una media de 15 bombas atómicas al año estallaron entre 1948 y 1992. Se dedicaron literalmente a "sembrar" la estepa de misiles tras el estrepitoso fracaso del plan agrícola. Inversiones millonarias, una campaña de propaganda sobre "el nuevo granero soviético" pero tras dos gloriosas cosechas de trigo todo se hundió, la tierra no daba para más. Ahí tan solo podía crecer un fino manto de pasto, que era lo que los nómadas aprovechaban para sus ganado. Eso se lo hubiesen podido decir los propios kazaks ...pero nadie les preguntó.

Una auténtica locura, como locura fue intentar que centenas de siglos viviendo en libertad se olvidaran para obligar al mayor grupo seminómada del mundo a trabajar en granjas colectivas. A finales de 1920 las leyes soviéticas quisieron expropiarles sus ganados pero los kazaks prefirieron sacrificar a millones de caballos, corderos, cabras y vacas antes que ver como los invasores se los llevaban. El desastre fue irreparable. Los soviéticos los deportaron a campos de trabajo y los ejecutaron por millares. Otros consiguieron huir y se refugiaron en China. Y otros aceptaron trabajar en granjas colectivas pero no sabían cultivar la tierra y se dieron epidemias de hambre, sin ganado y sin cosecha murieron también por millares. Los soviéticos, al final decidieron crear grandes algodonales en las áreas regadas y sembrar "hongos" en las demás. La gran estepa que durante siglos había sido surcada por los nómadas a lomos de sus caballos mientras guiaban a su ganado se transformó en un arsenal atómico. ¡Escalofriante!.

Los kazaks, son los descendientes de las hordas de Genghis Khan. Su propio nombre -kazak- significa jinete libre, aventurero, fuera de la ley y al igual que las tribus turkmens, no olvidan su pasado tan drásticamente sesgado.

Pero tras conocer la espeluznante historia reciente de este país queremos descubrir algo que aporte una nota de satisfacción en nuestro paso por Kazajstán. Y a 165 km al norte de Shymkent, encontramos el único vestigio tangible y de importancia de su pasado. Alejado de los campos de algodón y las marismas de sal que brotan al borde del desierto de Kyzyl-Kum que hemos recorrido hasta llegar aquí encontramos el mausoleo de Qozha Akhmed Yasaui (s.XV), en Turkistán. Se trata de un profesor y poeta místico que se convirtió en el primer hombre santo sunita turco, tras retirarse a la edad de 63 años a una celda bajo tierra el resto de su vida como tributo al profeta Mahoma, muerto a esa misma edad.

Un inmenso jardín de rosas es la alfombra de bienvenida para el venerado mausoleo. Se encuentra en plenas obras de restauración con financiación turca. Pero de nuevo la cúpula turquesa es su mejor legado. Como una esfera incandescente brilla intensamente bajo los rayos de sol y mitiga por su propia belleza la visión de la solitaria estepa que la rodea.

Volvemos sobre nuestros pasos. Nuestra montura rodante cabalga por la estepa. Seguimos por la cinta asfaltada que se abre paso por la planicie. La estepa se hace infinita a la vista y será nuestro lecho antes que las rodadas de nuestro Montero avance por las tierras de Kirguistán.

Montamos campamento cerca de Taraz (Kazajstán este) y vemos que hay una entrada a Kirguistán muy cerca. El plan era entrar por el norte, directamente por Bishkek (capital de Kirguistán), pero tras estudiar la ruta por Kazajstán para llegar a ese punto, hemos llegado a la conclusión de que nos vamos a encontrar con una estepa con idénticas características a los cientos de kilómetros que ya llevamos recorridos

Si lográsemos entrar por aquí tendríamos una ruta mucho más atractiva ... y prácticamente virgen por tratarse una pequeña entrada, las rutas no habituales nos fascinan porque siempre se encuentra la esencia del país. Pero ... (siempre hay "peros") podría no estar abierta a los extranjeros aunque hasta ahora lo hemos encontrado todo abierto. Pero ... el problema de verdad es que al acortar en un día la ruta por Kazajstán ... ¡llegamos un día antes a Kirguistán! ¡Un día antes de que comience la validez de nuestro visado! En teoría no nos deberían dejar entrar hasta el día que marque el visado pero ... quizás no se den cuenta, quizás sean magnánimos, quizás no haya ni control, quizás ... quizás deberíamos irnos a dormir.

Resto de crónicas de la ruta

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Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.